El gran salto de Manel
La banda barcelonesa firmó anoche la primera de las cinco actuaciones que ofrecerá en el Teatre Romea de Barcelona
david morán
Especialistas en el noble arte de quitarle hierro a las cosas, Manel arrancaron anoche su maratón barcelonés con la intención de tomarse un poco a guasa su condición de inesperados superventas y vacunarse una vez más contra los excesos del éxito. "La prensa ... titula: 'Manel agotan las entradas para cinco conciertos', pero nunca dicen el aforo del teatro en el que tocamos", bromeaba el cantante de la banda, Guillem Gisbert, mientras su música, esas canciones que avanzan livianas por la senda que conecta el pop y el folk, se empeñaban una vez más en llevarles la contraria.
Porque, en efecto, el Teatre Romea, con una capacidad para unas 500 personas, no es el mayor de los escenarios de la ciudad, pero no por eso lo de los barceloneses tiene menos mérito. De hecho, vista la euforia con la que el público arropó a los autores de "10 milles per veure una bona armadura", tampoco sería tan descabellado pensar que podrían agotar otro cinco conciertos.
El caso es que el gran salto de Manel, ese al que ellos mismos parecen cantar en "El gran salt", empezó anoche a dibujar una nueva órbita ascendente en cuanto sonó "El Miquel i l'Olga tornen", pieza de enganche entre su primer y su segundo trabajo, y se disipó la duda de cómo se las iban a apañar para trasladar al directo unas canciones mucho más ricas en instrumentaciones y arreglos.
Sin duda, las ocho manos de Gisbert, Roger Padilla, Martí Maymó y Arnau Vallvé no parece suficientes para recomponer el complejo universo instrumental de piezas como "Aniversari", pero pronto quedó claro que los barceloneses ni pueden ni quieren limitarse a recrear lo ya grabado. Y por más que canciones como "“Flor groga”, “Criticarem les noves modes de pentinats” y “La bola de cristall” quedasen algo diluidas e inofensivas en el trasvase al directo, “Benvolgut”, “La cançó del soldadet” y “Boomerang” superaron -e incluso mejoraron- el trámite sin problemas tirando de sencillez y, como ocurre con casi todo su nuevo trabajo, cargando las tintas en las letras.
Momento karaoke
Aún así y a pesar de la ocurrente introducción de "Aniversari" y de esa invitación al público a cantar en "Deixa-la, Toni, Deixa-La" con la que sustituyeron el trasiego escénico de "Corrandes de la parella estable", aparentemente desterrada del repertorio durante esta gira, fueron las canciones de "Els millos professors europeus ", con sus estribillos adhesivos y sus minúsculos arreglos de ukelele, las que convirtieron el Romea en un gigantesco karaoke.
Cayeron "Dona estrangera", "En la que el Bernat se't troba", "Pla Quinquenal", "Al mar", "Ai, Dolors" y "Captatio benevolentiae", y todas fueron recibidas como triangulaciones perfectas, jugadas maestras. Solo la cara de aburrimiento del guardaespaldas de alguna de las autoridades presentes -el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, y el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, por poner dos ejemplos-, quebró ligeramente la magia de una noche, la primera de cinco, con la que Manel empezaron a perfeccionar su sonada maniobra ascendente. Y sí, también tocaron la espléndida versión del "Common People" de Pulp, pero seguir tirando del hilo de aquello de la gente normal t iene cada vez menos sentido. ¿O no?
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