«Que Berklee nos dé este galardón es un homenaje al jazz latino»
La ceremonia oficial de graduación tendrá lugar el próximo 7 de mayo en el Agganis Arena de la Universidad de Boston
LUIS MARTÍN
La pareja formada por los pianistas Bebo y Chucho Valdés revive. Ayer se hizo público el acontecimiento que marca su regreso a la actualidad: el Berklee College of Music de Boston ha decidido distinguir a ambos músicos con un doctorado Honoris Causa. El galardón, que ... el pasado año puso en valor también la carrera de Paco de Lucía, permite que el nombre de estos músicos se sume al de una galería de personajes que, como ellos, también han sido investidos en esta prestigiosa escuela: Duke Ellington, Aretha Franklyn, David Bowie y Chick Corea, entre otros. La ceremonia oficial de graduación tendrá lugar el próximo 7 de mayo en el Agganis Arena de la Universidad de Boston.
Ante la concesión del doctorado en Berklee para ambos, Chucho se ha mostrado desde el principio gratamente sorprendido. «Reconociendo el trabajo de mi padre —dice—, la dirección de Berklee nos concede un premio doble. Esta escuela es el sueño dorado de cualquier músico; uno de los centros musicales más importantes del mundo, un icono para el jazz contemporáneo en el que también han recibido el mismo título Dizzy Gillespie, Chick Corea y Duke Ellington».
—La ceremonia de investidura tendrá lugar el próximo 7 de mayo en el Agganis Arena de la Universidad de Boston, un auditorio con capacidad para 6.000 personas. ¿Qué tienen previsto interpretar?
—Aún no hemos hablado de ello. Tanto Bebo como yo tenemos un sentimiento contradictorio; por un lado, nos embarga una emoción incontenible; por otro, sentimos muchísimo miedo. Estas cosas son siempre muy emotivas.
—En su historia, hay muchos premios, muchas experiencias; tanto en la interpretación de música culta, como en la creación de jazz. Es necesario hacer una pausa y hablar de Irakere. ¿Cómo fueron aquellos tiempos en aquel grupo?
—Esos tiempos fueron los años 70. Y si algo cambió el curso del jazz latino entonces, si algo representó un punto de partida para un nuevo desarrollo en el jazz, eso fue Irakere. Fue la banda más completa y versátil de toda la historia del jazz cubano. Irakere hacía bien cualquier cosa que acometía.
—El grupo tenía unos objetivos diáfanos: hacer síntesis de la idea que ustedes tenían del jazz con música procedente de la tradición yoruba, de la tradición africana. ¿Es posible reconstituir Irakere en estos momentos?
—No ha habido conversaciones jamás, pero tal vez sea menos complicado de lo que parece. Bastaría con lograr un acuerdo entre todas las partes. Tras haber mostrado al mundo el inmenso talento individual desarrollado por cualquiera de nosotros, por Arturo Sandoval, por Carlos Puerto o por Paquito D'Rivera, por elegir tres nombres al azar, sería hermoso reunirnos. Y, posiblemente, necesario.
—¿Qué recuerdos conserva de su participación en la película «Calle 54»?
—Los mejores. Jamás se había hecho un trabajo como ése sobre nuestra música. Ni siquiera en Estados Unidos, siendo como son pioneros en documentales sobre el jazz. En la película aparecen algunas figuras que ni siquiera están ya entre nosotros: Tito Puente, Cachao, Chico O'OFarrill…, lamentablemente desaparecidos. Hay en todo el metraje una profesionalidad que no deja dudas acerca del talento de su director, Fernando Trueba. «Calle 54» crecerá en interés e importancia con el tiempo, como cualquier documento histórico.
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