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Castro quiere limitar a diez años el mandato de los altos cargos

El presidente cubano impone «manu militari» una serie de reformas capitalistas

CARMEN MUÑOZ

MADRID

Fidel y Raúl Castro afrontan el incierto futuro de su régimen comunista, marcado por una recalcitrante crisis económica, en el VI congreso del partido único que ayer se inauguró en La Habana, que estuvo precedido por un tributo a pasado. El actual presidente cubano, general de Ejército de 79 años, presidió el desfile militar desarrollado en la Plaza de la Revolución, con motivo del 50 aniversario de la invasión de Bahía de Cochinos por Estados Unidos y la proclamación ya sin tapujos del Estado socialista.

En su discurso de apertura del sexto Congreso del Partido Comunista Cubano, Castro propuso limitar a los principales cargos políticos del Estado a dos mandatos consecutivos de cinco años. Esta medida, según Raúl Castro, tiene como objetivo «garantizar el rejuvenecimiento sistemático de toda la cadena de responsabilidad en el gobierno» de la isla.

Fidel Castro, de 84, fue el gran ausente de la multitudinaria marcha, después de abandonar todos sus cargos, incluido según sus palabras el de primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), tras una grave enfermedad intestinal en 2006. Aunque su nombre, como era de esperar, fue invocado en varias ocasiones. Por el contrario, apenas hubo alusiones al congreso que estaba a punto de comenzar, el primero desde 1997.

Primero desfilaron las tropas, seguidas desde el cielo por aviones de combate. Luego les tocó el turno a miles de ciudadanos, que exhibían banderas, en este acto diseñado hasta el último milímetro, según informó Reuters. Un grupo de escolares desfiló junto a una réplica del histórico yate «Granma». El coste del despliegue militar ha desatado críticas entre los cubanos, agobiados por graves penurias económicas.

En este congreso clave para el futuro del país se pretende «actualizar» un caduco sistema económico de corte soviético que el propio Raúl Castro reconoció que ha situado al país al borde del precipicio. Reformas que considera imprescindibles para «la supervivencia de la revolución». Se renovará además la cúpula de uno de los últimos partidos únicos que quedan en el mundo. Se espera que Raúl Castro pase a ser el primer secretario del PCC y Fidel reciba un cargo honorífico. La incógnita es quién ocupará el puesto de número dos del régimen: otro militar, otro histórico o una cara nueva.

Mil delegados tendrán que dar su visto bueno a casi 300 reformas con las que pretende salir de la crisis dando mayor papel al sector privado y menos al público, pero manteniendo la economía planificada. Las medidas están orientadas a reducir los subsidios sociales, buscar alternativas de financiación, reactivar el aparato productivo, promover la inversión extranjera y recolocar a los 1,3 millones de cubanos que pretenden despedir. Algunas ya se han comenzado a aplicar, como la desaparición de las cartillas de racionamiento, la liberación de tierras «ociosas» o los despidos, en parte paralizados cuando se vio que el incipiente e hiperregulado sector privado no los podía absorber y se corría el riesgo de revueltas.

La mayor parte de los cubanos espera con escepticismo las reformas: el 77 por ciento cree que el gobierno no podrá resolver a corto plazo los problemas económicos, como los bajos salarios y los altos precios, según el sondeo realizado por el Instituto Republicano Internacional, con sede en EE.UU., informa Ep. Los expertos consultados por ABC denuncian que con esta «actualización» del modelo socioeconómico comunista se imponen medidas insuficientes.

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