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«Ahora llegan más vivos que muertos»

El Samur, que comenzó a funcionar hace 20 años, es hoy el servicio más valorado por los madrileños

SARA MEDIALDEA

Los profesionales sanitarios son los primeros en avalarlo: «Los servicios de urgencias y unidades de vigilancia intensiva no podrían vivir sin el SAMUR», según el doctor Juan Casado, jefe de Cuidados Intensivos del Hospital del Niño Jesús. Y su colega jefe de servicio de Cardiología del Clínico lo ratifica: «Antes los pacientes llegaba más muertos que vivos; ahora llegan más vivos que muertos».

Que se lo digan a Jesús Silva, de 30 años. Iba a trabajar en Cercanías cuando sufrió un episodio de muerte súbita. «Estaba en la estación de Cuatro Vientos; me atendieron allí un Guardia Civil de paisano y un vigilante jurado. Al poco llegó el Samur, y me sacó de la parada. Les costó; mi cuerpo no se lo puso fácil».

Celeste Peñas cree que «el Samur es parte de mi familia». No es para menos: su hijo Gonzalo nació hace 18 meses en una ambulancia de este servicio. Allí estaba ayer, enredando entre los más de 500 invitados que asistieron a este 20 aniversario del servicio.

Entre ellos, sus creadores: José María Álvarez del Manzano, alcalde en 1991 cuando se puso en marcha, y el concejal Simón Viñals, que ya en 1964, cuando se presentó a la oposición para médico municipal, describió en una memoria «lo que entonces llamaba el UMAS», y que era el embrión del Samur. Ellos fueron el alma de este servicio, junto con José Luis Gilarranz, ya fallecido, y al que ayer rendía homenaje el concejal de Seguridad, Pedro Calvo.

«Tengo año y medio»

Los casos de agradecidos sobrevivientes abundan: como Nieves, accidentada: «Les debo estar aquí» —la cifra de fallecidos en accidente de tráfico en la ciudad ha pasado, en siete años, de 78 a 33—. O Juan Ramón, que sufrió un infarto tras correr la maratón: «Estar muerto en el suelo y que en media hora te estabilicen... es increíble». O Fernando Hernández, ciclista recuperado de una parada cardiorrespiratoria: «El DNI dice que tengo 48 años, pero tengo uno y medio». Un 3-15 —parto en curso—, un 3-1 —parada cardiorrespiratoria—, un 1-4 —atropello—, un 2-6 —herido por arma de fuego—, cada caso tiene su clave y su protocolo. Como el código 9, que indica al hospital la llegada de un posible donante de órganos; el código 13, que señala un infarto cerebral; o el código 15, preaviso hospitalario para los traumas muy graves. Lo mejor: la sonrisa de la médico que se reencuentra con el superviviente de la muerte súbita, al que no veía desde que le salvó la vida.

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