Muere Sidney Lumet, el director que mostró la cara B de Nueva York

El director de cine Sidney Lumet, uno de los clásicos del cine americano, falleció ayer de un linfoma en su casa de Manhattan, a los 86 años. Lumet, perteneciente a la generación de cineastas procedentes del mundo de la televisión que revitalizaron el séptimo arte, dirigió títulos como «Doce hombres sin piedad», «Tarde de Perros», «Serpico» y «Network, un mundo implacable». Su última película data de 2007: «Antes que el diablo sepa que has muerto», otra pequeña joya despiadada e implacable, dos adjetivos que no por casualidad adornan sus mejores títulos.

Y sin embargo, este modesto artesano que se curtió en la pequeña pantalla en los pioneros años cincuenta aseguraba que hacía películas «para entretener», si bien añadía que «procuraba llevar al espectador a examinar alguna faceta de su propia conciencia», como cita «The New York Times». Lumet solía encontrar fabulosos guiones y conseguía las mejores interpretaciones. De las cuarenta candidaturas al Oscar que lograron sus películas, él mismo acaparó cinco, cuatro como director y otra como guionista. Finalmente, logró el premio a título honorífico en 2005. «Lo quería, maldita sea, y sentía que merecía uno», afirmó hace poco.

Lumet irrumpió en el cine en 1957 con «Doce hombres sin piedad», que le supuso una nominación, al igual que a Henry Fonda y al guionista, Reginald Rose. Se trata de un formidable drama que dignificaba los procesos judiciales en el que el jurado número 8 (Fonda), se resistía a resolver por la vía rápida las deliberaciones sobre un caso en apariencia evidente.

Después de numerosos trabajos televisivos y de alguna película casi olvidada, como «Esa clase de mujer», con Sofia Loren, regresó a la primera fila con «Tarde de perros» (1975), original y copiadísima forma de narrar un atraco a un banco de Brooklyn con la que el director empezaba a mostrar la cara de Nueva York que no salía en el cine de sus vecinos más ilustres. El guionista Frank Pierson ganó una estatuilla, mientras que Al Pacino, entoces casi desconocido, y Chris Sarandon (a quien Susan le debe su apellido) también se quedaron a las puertas de conseguir el premio.

Un año después, el triunfo fue definitivo. «Network, un mundo implacable» suponía un monumental alegato contra los excesos de la televisión, en una época previa a la telebasura. La cinta fue recompensada con cuatro muñecos dorados (de diez posibles) que fueron a parar a los protagonistas, Peter Finch y Faye Dunaway, la actriz Beatrice Straight y su guionista. El libreto de Paddy Chayefsky fue seleccionado además entre los diez mejores de la historia por la Asociación de Guionistas de Estados Unidos, no solo por la mítica frase «Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo», epílogo de un demoledor discurso apocalíptico (y más vigente de lo que nos gustaría) que Peter Finch gritaba a la audiencia.

La siguiente nominación le llegó en 1981 por el guión de «El príncipe de la ciudad», un thriller sobre las corruptelas policiales, otro de sus temas favoritos. El drama judicial «Veredicto final», por último, recibió otras cuatro nominaciones: para Lumet, Paul Newman en uno de sus mejores papeles (que ya es decir), James Mason como secundario y para otro guionista legendario, David Mamet.

Del resto de su obra, que abarca más de setenta títulos entre cine y televisión, destacan «Larga jornada hacia la noche», (1962), enorme adaptación de un Eugene O'Neill; «Punto límite»(1964), con Fonda como presidente al borde de la hecatombe nuclear; «Perversión en las aulas» (1972); «Serpico» (1973), otro título indispensable con Al Pacino inspirado en la peor realidad neoyorquina; «Asesinato en el Orient Express» (1974); «Equus» (1977), «El abogado del diablo» (1993) y «Gloria» (1999).