Córdoba

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La fiebre del granito

En el mandato de la sombra, el árbol y el material blando llegó el imperio del granito. Una calentura resistente a los «baños de popea»

Día 07/04/2011 - 09.27h

CÓRDOBA

Cuarenta grados. Córdoba. La norma. «Realizar un estudio que progresivamente vaya sustituyendo zonas con excesivos materiales duros por otros blandos, acompañados de zonas arboladas y jardines». El casco histórico de la capital se ha ido tapizando de granito y hasta incluso mármol en los últimos años como si fuera mudando su genuina piel de forma natural. Nada que ver con lo que IU pregonaba en su programa electoral hace cuatro años con el sentido de la mayoría de actuaciones en espacios libres sobre la zona histórica de la ciudad. En algún caso, la protegida por la Unesco.

Como ABC recordaba en su edición de ayer, el Plan Especial del Casco habla de la necesidad de conservar los materiales tradicionales en las actuaciones sobre los espacios libres. Hasta hace poco no se conocía el mármol negro en la Puerta del Colodro. Desde que la diligencia de los fondos anticrisis apareció, en este punto emblemático de entrada a Santa Marina, barrio castizo por excelencia, el mármol es un vecino más. Da la imagen de esa escultura cúbica que compone la fuente inexpresiva que corona el bulevar de Gran Capitán.

Es el último ejemplo de la fiebre del granito, que le ha comido el terreno a la sombra, a la vegetación, al agua, más costosos en su mantenimiento que un material sufrido como el granito. Ya empezó a conquistar la Puerta de Almodóvar hace años, al igual que la plaza de la Trinidad que preside Góngora. Aterrizó después sobre el Puente Romano generando una importante polémica de la que el propio Ayuntamiento hizo bandera frente al imperante criterio de la Junta y su arquitecto de cabecera, Juan Cuenca.

Luego pudimos verlo en la plaza de Santa Marina, la que rodea a la iglesia del mismo nombre. Y por supuesto, en los recambios de pavimento que el Casco ha tenido en estos últimos tiempos: San Pablo, San Andrés, Jesús María, entorno de la Mezquita, Ribera. En la Puerta del Rincón, la plaza de Ruiz de Alda o la plaza de las Cañas, tras el Mercado de Sánchez Peña, en la Corredera, y el entorno de la Puerta Sevilla, con un resultado poco afortunado. Es el mismo rasgo que ha caracterizado a la intervención en la plaza Poeta Juan Bernier, junto a San Lorenzo, que lleva el sino de ser un espacio maltratado por la oficialidad en el tiempo.

Esta calentura granítica ni siquiera se ha podido rebajar en el gobierno local con un «baño de popea». El mítico y maltrecho paraje natural de la Sierra fue encumbrado a la categoría de expropiable a las manos promotoras para convertirlo en la gran reserva ideológica que expiara las culpas en IU. El programa electoral de Ocaña y Aguilar decía al respecto: «Culminar la obtención de suelo correspondiente al sistema general Baños de Popea para que este bello espacio natural pase a manos municipales». Sólo se ha tramitado inicialmente un cambio en el PGOU para ampliar el ámbito de protección, pero su dueño sigue siendo privado. Justo uno de los aspirantes al sillón de la Alcaldía, con quien se quiso pactar un intercambio de multas por zonas verdes.

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