Sr. Chinarro ha pasado de ronronear a cantar por alegrías. Por mucho que los indies más talibanes clamen al dios que solo ellos conocen, «Presidente», el undécimo disco de la fructífera carrera de Antonio Luque, es un álbum redondo, vital, optimista y, sí, muy alegre. Las letras del andaluz siguen reflejando el mismo collage de emociones surrealistas, hermosos cuentos metafóricos protagonizados por el común de los mortales donde la realidad ha sido vuelta del revés mediante acordes y mucho arte. Pero, a diferencia de los discos anteriores, «Presidente» está lleno de alegría y hasta se atisba «Un final feliz», algo hasta ahora poco probable en la discografía de Sr. Chinarro.
Una percepción al alcance de cualquier oído ducho en gustos musicales y que el propio Antonio Luque reconoce en conversación telefónica pocos días antes de que el disco aparezca el 4 de abril. «Hemos procurado hacer las canciones con la parte un poco más alegre de nuestras vidas», aunque es cierto que todo el mundo tiene altos y bajos, por lo menos Luque los tiene... no sabe «si será algún tipo de enfermedad mental». Con la gracia socarrona y la inteligente ironía que imprime a todas su historias, Sr. Chinarro reconoce que no se considera «un tipo especialmente maduro. Me gusta rodearme de gente más joven que yo. El tiempo pasa y no soy el mismo que hace veinte años, pero no me gusta esa palabra, no quiero hacerme mayor».
Evolución musical
«No hay que aprender mucho porque entonces uno se puede convertir en pedante»
«Supongo que toco mejor que hace 20 años, pero es que además tengo la suerte de estar rodeado de músicos muy profesionales. Hay que aprender para tener un discurso más amplio, pero no quiero que cambie nada». Tan claro lo tiene Antonio Luque que hasta lo dice en una de las canciones del disco, «La lección»: no aprendamos nada. ¿El motivo? «No hay que aprender mucho porque entonces uno se puede convertir en pedante», explica con vehemencia.
Poca pedantería se advierte en la decisión de Sr. Chinarro de ponerse el mundo por montera, plantar al mal tiempo (y a la crisis económica en especial) buena cara y hacer públicamente en el disco «Una llamada a la acción»: hay que hacer el amor. Y es que si, según sus palabras, «Ronroneando» describía «un poco el final de las relaciones humanas», «Presidente» es «el principio de una relación general. Me gusta recordar que soy un animal para quitarle hierro a todo. Los discursos con los que adornamos nuestras vidas son demasiado grandilocuentes», justifica Luque.
















