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ajuste de ideas

Enséñame la pasta

Aquí, según vino a decir el líder nacionalista en Madrid, no hay cariño que valga; quien quiera el apoyo de CiU, tendrá que pagar

MARÍA ANTONIA PRIETO

Se acabaron los lloriqueos, los reproches lastimeros y las súplicas desgarradoras reclamando lealtades y gestos que nunca llegaron; se acabó la tabarra tripartita de la desafección sentimental entre Cataluña y el resto de España; se acabó, en definitiva, esa búsqueda pusilánime de recursos envueltos en cariño y comprensión que caracterizó los mandatos de Pasqual Maragall y José Montilla. Convergència i Unió ha vuelto a poner las cosas en el sitio del que, visto lo visto, nunca debieron salir, un lugar desprovisto de cualquier implicación emocional y reservado únicamente a la transacción económica. Porque puede que a Artur Mas le esté costando más de lo previsto coger el tranquillo a las cuestiones internas, pero el discurso que se marcó el lunes en Madrid sobre lo que puede esperar España de Cataluña es un prodigio de claridad expositiva y de coherencia intelectual con los 23 años de gobiernos de CiU.

En su primera conferencia capitalina como presidente de la Generalitat, Mas reconstruyó el puzzle de una sentada. Aquí —según vino a decir el líder nacionalista— no hay cariño que valga; quien quiera el apoyo de CiU, tendrá que pagar. De momento, el precio es el pacto fiscal. Más adelante —porque el nacionalismo siempre se reserva un «más adelante»—, ya se verá. Artur Mas no busca en Madrid el cariño que tanto anhelaban Maragall y Montilla y tampoco parece haber heredado la vena pedagógico-moralista de Jordi Pujol, un gran admirador de España (dicho sea de paso y sin ironía alguna); Artur Mas, como Cuba Gooding Jr. en «Jerry Maguire», quiere que le enseñen la pasta. Los principios y los objetivos vuelven a estar claros. En 2003, Jordi Pujol reflexionaba así sobre el concierto económico: «En el terreno de los principios no se puede afirmar que este sistema proporcione más dinero, pero tiene una cosa a favor: no es lo mismo negociar con otro teniendo el dinero en el bolsillo que teniéndolo él». Pues eso. Lo más curioso del caso es que, con las generales a la vuelta de la esquina, al PP y al PSOE se les ve encantados, y ahí andan, tomando posiciones y echando cuentas. Cataluña y (el resto de) España vuelven a hablar el mismo lenguaje.

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