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La dura trastienda de la segunda foto de Zapatero con los grandes empresarios

No todo fueron buenas noticias para el jefe del Ejecutivo, que recibió correctivos en materia de absentismo, energía...

La dura trastienda de la segunda foto de Zapatero con los grandes empresarios ERNESTO AGUDO

S. ALCELAY

¿Qué ocurrió en la trastienda? ¿Cómo transcurrieron las cuatro horas del pasado sábado en las que Zapatero estuvo escuchando a la élite empresarial? Antes de comenzar el turno de intervenciones, un aplicado presidente sacó su cuaderno de notas y apuntó cada una de las peticiones que el empresariado español reclamó en Moncloa para sacar a España del pozo. Reformas, todas ellas, que son duras y, en algún caso, impopulares y con coste político. Fueron cuatro largas horas de debate intenso con un objetivo: acabar las reformas que —peor que mejor— ha empezado el Ejecutivo y afrontar las que deberían estar por llegar.

Y no hay mucho tiempo. La economía española no permite bajar la guardia. El mensaje fue que es imprescindible dar ya pasos más firmes. Flexibilidad de horarios comerciales, medidas para mejorar la productividad, lucha contra el absentismo, más inversión en infraestructuras, profundizar en la reforma laboral, reforma energética... Las grandes empresas que el sábado acudieron a la llamada del presidente pusieron sobre la mesa la urgente necesidad que para la estancada economía española supone tomar decisiones firmes.

Peligro de contagio

Con la economía portuguesa al borde del abismo, los peligros de contagio a España siguen ahí pese a que los mercados han marcado distancias en esta ocasión con la economía lusa. Por este motivo lo más granado del mundo empresarial reclamó firmeza al jefe del Ejecutivo y un impulso reformista. Rodrigo Rato, presidente de Bankia, resumió la situación: «Estamos mejor que en noviembre —último encuentro que mantuvo Zapatero con las grandes empresas en Moncloa—, porque entonces estábamos al borde del precipicio; si estuviéramos peor nos habríamos caído al abismo. Se ha hecho mucho, pero hay que ir más allá, hacer reformas más profundas que la media de la UE».

El Gobierno dio unos primeros pasos con una reforma laboral que contentó a pocos y entre ellos no están los empresarios. Fueron muchos los que reclamaron más firmeza, una reforma de más calado. El más enérgico fue Juan Rosell, presidente la CEOE. Abogó por más facilidades en la salida del mercado laboral y por desjudicializar los conflictos, sin olvidar el absentismo laboral. Los datos de la patronal apuntan a que más de un millón de trabajadores falta cada día a su puesto de trabajo y de ellos en torno a 400.000 ausencias no están justificadas. Control más exhaustivo del absentismo laboral reclamó también el presidente de Mercadona, Juan Roig, que se mostró pesimista sobre la situación económica de España a corto plazo y fue uno de los más críticos con la actual legislación del mercado de trabajo. Pidió medidas que permitan aumentar la productividad, «trabajar más», en una palabra. Consideró también necesario aplicar un copago en sanidad y educación como fórmula para mantener vivo el sistema.

En la misma línea el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, reclamó reformas modernas para el mercado de trabajo y criticó también el absentismo, al mismo tiempo que se mostró partidario de endurecer las condiciones actuales para cobrar el desempleo para, de esta forma, favorecer la búsqueda de empleo.

Santiago Bergareche, presidente de Cepsa, destacó el problema de la competitividad de España y la oportunidad histórica que brinda la reforma del mercado de trabajo para establecer un marco legal más adecuado.En línea, el presidente de Sol Meliá, Sebastián Escarrer, reclamó la urgente necesidad de aprobar una ley de huelga que regule los servicios esenciales y evite el impacto de los conflictos en el sector turístico.

Reformas laborales, pero también energéticas. Galán apeló a la importancia de reducir el riesgo regulatorio, en clara referencia a lo que ocurre en el sector eléctrico y, al igual que hiciera el presidente de Gas Natural, Salvador Gabarró, reclamó una moratoria hasta 2015 en la generación de energías más caras, como la termosolar y fotovoltaica.

Entre los «energéticos», Borja Prado, presidente de Endesa, destacó el peso del sector eléctrico en la economía española y la necesidad de renovar las redes eléctricas en beneficio del empleo que se generaría.

Los horarios comerciales y su rigidez también estuvo presente en la cumbre empresarial. Fue el presidente de El Corte Ínglés, Isidoro Álvarez, el más crítico. Comparó en su intervención la situación de horarios en España y en Francia, país en el que las emblemáticas Galerías Lafayette venden a cualquier hora, lo que les permite concentrar un 40% de su facturación en el sector turístico aprovechando la afluencia de extranjeros que visistan París. Álvarez se quejó de que la rigidez horaria en España impide al sector aprovechar los festivos en las zonas turísticas de la costa y las islas. Con este listado de tareas, y como le dijo Emilio Botín, el presidente debería aparcar el debate sucesorio y empeñarse a fondo. Le queda poco tiempo.

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