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Custodio de luces y sombras
La Filmoteca de Castilla y León cumple 20 años catalogando y amparando a las películas rodadas o vinculadas a la región, además de recuperar valiosos fondos fotográficos
JOSÉ GABRIEL LORENZO
El 18 de marzo se cumple el veinte aniversario de la fundación de la Filmoteca de Castilla y León. Poco tiempo de existencia si se compara con el siglo y pico de vida que tiene el cine, aunque la desventaja disminuye si situamos como punto ... de partida los años cincuenta, época en la que el cine comenzó a estudiarse con mucho disimulo en las universidades, pero sobre todo en la revista francesa Cahiers du cinema.
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A partir de este momento surgió la incesante preocupación por guardar todo el material fílmico posible, aunque para entonces muchas películas de la época muda habían desaparecido para siempre. En este contexto, el desafío de la Filmoteca de Castilla y León, sita en Salamanca, ha sido doble: por un lado, echar la vista (y la mano) lo más atrás posible (se entiende que más allá de los años cincuenta, por supuesto) para recuperar el tiempo perdido y crear sin remilgos ni complejos un archivo fílmico a la altura de lo que por herencia cultural en otras artes, se merece la región; y, por otro lado, no perder de vista el presente, porque el cine rodado en la región viene muy cargado de títulos cada año.
Los tiempos que corren han obligado a que la Filmoteca guarde copia de todo lo que se archiva en formato digital
El trabajo que se realiza en la Filmoteca regional, a cuyo coordinador Juan Antonio Pérez Millán le sobra entusiasmo por el proyecto después de veinte años al timón, va por el buen camino, como lo demuestra el hecho de que la cámara frigorífica donde se almacenaron las bobinas originales que fueron llegando a la Filmoteca en varios formatos se quedó pequeña a los 10 años. Esta realidad obligó a construir dos cámaras frigoríficas añadidas, con el propósito de dar cabida a la totalidad de los títulos depositados en soporte analógico. La conservación idónea de dicho material oscila entre la mínima de cuatro grados centígrados y la máxima de siete y una humedad no por debajo del 48% ni por encima del 52%. Los tiempos que corren han obligado a que la Filmoteca guarde copia de todo lo que se archiva en formato digital.
Pérez Millán, junto con todo su equipo, dedica parte de su esfuerzo a rehabilitar títulos que sabe de su existencia pero no de su paradero, tales como Reflexiones de un salvaje, del argentino Gerardo Vallejo o Noche de curas, de Carlos Morales, sendos trabajos documentales proyectados en el Festival de Cine de Valladolid en 1978 de los que hoy por hoy, dicen expertos, no queda rastro. Incapaz de reconocer la posibilidad de que películas más o menos recientes hayan desaparecido para siempre, Pérez Millán se niega a emitir el acta de defunción de las mismas y rastrea paso a paso el camino recorrido por las bobinas de dichas películas, antes de claudicar y darse definitivamente por vencido.
Copia íntegra
Parte de los fondos fílmicos almacenados en la Filmoteca provienen de acuerdos entre la Junta de Castilla y León y productores regionales, a los que financia parcialmente sus películas, o de acuerdos a través de los cuáles cede sus espacios patrimoniales a las producciones cinematográficas. La Filmoteca por contrato se convierte en depositaria de una copia íntegra en el soporte en que se vaya a comercializar la película, aunque sin participar de los derechos de la misma. Por eso, películas rodadas en la región como Concursante, de Rodrigo Cortés; De Salamanca a ninguna parte, Sud express y 23-F, las tres de Chema de la Peña; Octavia, de Basilio Martín Patino y El deseo de ser piel roja, de Alfonso Ungría se depositan por acuerdo legal en la sede de la Filmoteca regional. De igual forma, el Festival de cortometrajes de Medina del Campo tiene, según acuerdo con la Junta de Castilla y León, la obligación de depositar una copia en formato original de las películas premiadas en dicho certamen. También existen contratos similares con la Semana Internacional de Cine de Valladolid y la Cátedra de Cine de la Universidad de Valladolid.
En la Filmoteca también recalan películas de forma imprevista y sobre las que no se aplica, como es normal, la discriminación geográfica. Obviamente, este tipo de material hace las delicias de todo arqueólogo cinematográfico, y hoy en día lo constituye, entre otros, el descubrimiento realizado por Antonio Alberto Martín que encontró junto a un cubo de basura unas latas de películas en cuyo interior se guardaban unos cortometrajes del maestro ruso de la animación Ladislav Starevich. En dicho material, rodado en torno a 1930, había grabadas imágenes con muñecos de fieltro, anticipándose así al método actual del stop-motion que consiste en provocar el efecto de movimiento en una figura fotograma a fotograma.
Del mismo modo, una película titulada La bejarana, de Eusebio Fernández Ardavín, rodada entre Béjar y Salamanca, cuya producción data de 1926 y que adaptó una zarzuela en plena época del cine mudo, arribó a la Filmoteca regional fruto de la colaboración con la Filmoteca Española y otras entidades para rehabilitar el original a partir de los fragmentos que se conservaban en diferentes archivos.
Entre los fondos de la Filmoteca también se encuentran películas enviadas por emigrantes castellanos y leoneses, que con espíritu aventurero y gran arrojo cruzaron el Atlántico para instalarse en Sudamérica, principalmente Argentina, a mediados del siglo veinte. El contenido de estas bobinas era sobre todo de corte documental y en ellas se grabaron instantes impagables: retratos de las gentes y paisajes de las ciudades americanas que acogieron a los nuestros, y que enviaban a sus familiares y conocidos de la Península Ibérica con la intención de relatarles su aventura a modo de epístola visual. Sin esperar, en muchos casos, que el receptor de la extraña misiva pudiera interpretar su contenido al carecer del proyector que permitía su visionado.
Otro tipo de películas archivadas pertenecen a grabaciones realizadas por el régimen franquista a partir de 1940 con la intención de incorporarlas al NO-DO. Son películas documentales que reflejan la España menos conocida con el propósito de difundirlas por los cines del país. En algunos casos excepcionales, una vez realizado el montaje, el NO-DO remitía a algunos pueblos, como el de Villavieja de Yeltes, todo el material rodado. La Filmoteca de Castilla y León se ha convertido en receptora de mucho material filmado en la región.
Pero las entregas que convierten a la Filmoteca en un lugar de encuentro de todas las gentes de la región proceden de ciudadanos particulares anónimos que llevados por un empeño, consciente o no, de compartir sus recuerdos y experiencias, o los de sus antepasados, con aquellos que desean acceder a los fondos de la Filmoteca, depositan sus grabaciones animados por la relación de confianza que el equipo de la Filmoteca ha establecido con ellos que no pierden los derechos de las películas, de tal forma que la Filmoteca debe consultarles cualquier acción que desee emprender para utilizar dicho material.
Una cosa más, la biblioteca colma la inquietud de cualquier aficionado al cine. En sus estanterías se asoman volúmenes que a día de hoy son muy difíciles de encontrar incluso en librerías especializadas, pero como diría Kipling, esto forma parte de otra historia.
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