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El nuevo patio de monipodio

La vergüenza es algo que no se lleva en Andalucía bajo la hégira socialista, presidida por la mangancia

Día 18/03/2011

ESO de que las regiones se apropien de los ríos de un país sólo puede ocurrir en España, donde las autonomías se creen naciones y la democracia se queda a los derechos sin saber nada de los deberes. Que la Junta de Andalucía, bajo control socialista desde que empezó a funcionar, se apropiase del Guadalquivir por las buenas —o las malas, según el Tribunal Constitucional—, demuestra, primero, su ignorancia institucional y, segundo, su falta de patriotismo. Una comunidad que recibe del Estado mucho más de lo que le da debería tener al menos la educación de respetar lo que al Estado pertenece, tal como quedó escrito en la Constitución. Pero se ve que ni la han leído.

Todo apunta que allá abajo se ha impuesto la norma de arramplar con cuanto pase al alcance de la mano e incluso del pie. El auténtico pillaje que revelan los ERES falsos, propiciados desde instancias gubernamentales, demuestra hasta qué punto la cultura, incultura mejor dicho, del saqueo ha arraigado en aquella comunidad, hasta la metástasis en sus más diferentes capas sociales. Aunque la célula madre cancerosa está en su cabeza, en la Junta. Un presidente que autoriza una subvención millonaria a la empresa donde trabaja su hija y su sucesor en el cargo que dice no haberse enterado de que se estaba empleando dinero para los parados en pagar pensiones e indemnizaciones fraudulentas a individuos de su partido que nunca habían trabajado en las empresas que se alegaban, hubiesen tenido que haber dimitido ya, aunque sólo fuera por vergüenza. Pero basta verles y oírles para darse cuenta de que la vergüenza es algo que no se lleva en la Andalucía bajo la hégira socialista, presidida por la mangancia, adormecida por la impunidad y convertida en un inmenso Patio de Monipodio, donde se traman los negocios más turbios y se toleran las conductas más picarescas.

Ni mucho menos es la única comunidad española donde la conciencia ciudadana está desapareciendo empujada por conductas de unos dirigentes que, de haberse dedicado a la empresa privada, ni siquiera hubieran alcanzado puestos secundarios, y de haber seguido tales conductas, hubiesen tenido serios problemas con la justicia. Es en Andalucía, sin embargo, donde tal proceder adquiere, por decirlo así, un carácter oficial. No faltan los andaluces que se sienten abochornados por ello y lo denuncian. ABC, que nació en Sevilla y tiene un gran arraigo en Andalucía, lo demuestra a diario en su información y artículos. Pero como la moneda mala desplaza a la buena, las malas costumbres se imponen a las buenas.

En estas circunstancias, ¿qué puede extrañar que la Junta quisiera apropiarse del Guadalquivir? «Todo es bueno para el convento,» decía el fraile con la puta al hombro. Aunque puestos a mangar, podía haberse apropiado de Gibraltar.

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