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Vargas Llosa: «La censura y el veto son incompatibles con la literatura y la cultura»

El escritor habla del veto de algunos intelectuales para que no inaugure la Feria del Libro de Buenos Aires

TERESA PLATEROS

Está visto que un premio Nobel no cura todas las enemistades, en algunos casos las agudiza. Es lo que parece estar ocurriéndole estos días en México a Mario Vargas Llosa, quien el año pasado obtuvo el máximo galardón de las letras mundiales y que ahora tiene un problema en Buenos Aires, donde había sido invitado a inaugurar la próxima Feria del Libro. Un grupo de intelectuales encabezados por el director de la Biblioteca Nacional argentina está a favor de retirar la invitación para abrir el evento el próximo 20 de abril a Vargas Llosa, molesto por las críticas del escritor a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a los gobernantes de «otros gobiernos populares de la región».

Esta semana, esa era la primera pregunta que se le hacía al autor de «La Casa Verde» en cualquiera de los múltiples actos que ha protagonizado durante su visita a México, donde ha viajado para recibir, en el Castillo de Chapultepec de la capital mexicana, la Orden Mexicana del Águila Azteca, máxima condecoración que un extranjero puede recibir en México por sus servicios a la humanidad o a este país. Vargas Llosa confesaba cómo se sentía ante la situación planteada en Buenos Aires. «Me ha entristecido mucho. Me parece malo que haya escritores que veten a otros escritores simplemente porque discrepan de ellos. Eso revela pues, un espíritu muy poco democrático», aseguraba el viernes el de Arequipa. «Creo que es muy importante, si queremos que América Latina salga de la barbarie, de la violencia, admitir el diálogo, las discrepancias, ser tolerante para con el otro, para con el adversario político, social o cultural», añadía un Vargas Llosa que está dispuesto a ir a Argentina si se le mantiene la invitación.

Lo que más ha conmocionado al escritor peruano es que no haya espacio para mantener posturas encontradas en la América Latina que ocupará siempre el centro de su obra y de su preocupación política. «Conozco muchos escritores argentinos, con algunos estamos de acuerdo, con otros discrepamos, pero estoy seguro de que ninguno de ellos pediría la censura y el veto, que saben que son absolutamente incompatibles con la literatura y la cultura en general», agregó.

Un grupo muy pequeño

Al escritor no le pesa el Nobel pero sí la incomprensión hacia unas posiciones políticas que toda la vida ha mantenido públicamente, que le llevaron a ser candidato presidencial en su país en los años noventa y que hoy, entregado a la literatura y, con cierto pesar, a honrar y agradecer el Nobel, siguen siendo parte fundamental de su ser y su actuar.

Su único consuelo es quizás creer que «se trata de un grupo muy pequeño» el que pide que se retire la invitación, y no sabe «hasta qué punto es realmente representativo de la intelectualidad argentina».

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