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Las críticas de los estrenos del 4 de marzo

ABC te desvela las claves de la cartelera del fin de semana

Las críticas de los estrenos del 4 de marzo

ABC

«En tiempo de brujas»

POR JOSÉ MANUEL CUÉLLAR

Una cosa es segura: ya sabemos que a Dominic Senda no le van a invitar a una fiesta de tipos célebres en Hollywood. Desde «Kalifornia» ha dado pocas veces en el clavo, así que ahora ha tenido que atarse los machos en una historia que siempre atrae al espectador ávido de aventuras: un relato de capas, caballeros, brujas y tinieblas alrededor. Muchas tinieblas. Dado que anda sobre el filo de la cuchilla, Senda ha tirado por sendero seguro: una atmósfera ocre, oscura y opresiva, una historia que subyace sobre el argumento principal: el relato de dos parias, dos guerreros de la orden de los templarios que han dado media vida por una fe que pierden en un brillo de luz, cuando de repente descubren la oscuridad que nunca creyeron anidaría en su ferviente andadura... Lee aquí la crítica completa.

«Destino oculto»

POR E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

Matt Damon no galopa menos en esta película que en su papel de Jasón Bourne, y tal vez sea porque es el mismo guionista de la última entrega de esa trilogía, George Nolfi, quien dirige ahora «Destino oculto». Damon ha pasado de ser en no mucho tiempo uno de los mejores actores de su portal a un intérprete más sólido que un predicador danés, y encarna en esta ingeniosa película aquello que todo ser humano quisiera que le graben en su lápida. Lo mejor de la idea que predica está en su origen literario, un cuento de Philip K. Dick («Equipo de ajuste»), y aborda uno de esos asuntos que al hombre le ha quitado siempre el sueño: ¿es él quién escribe su destino o «alguien» lo tiene escrito desde siempre y él se limita a cumplirlo? La idea de que un político joven y destinado a grandes tareas se extravíe de su papel por unas gotas de azar se desarrolla aquí de modo brillante, aunque la película se incline más por el cine de flexión que el de reflexión, y se tienda a aliñar esa duda cartesiana con otro discurso, con otro método: la obstinación en el ser amado es más indeleble que la tinta con la que está escrito nuestro futuro. Como consecuencia: cine de ciencia ficción veteado de cine altamente romántico y trufado con el ritmo y el frenesí del cine de acción («mientras no se besen, el destino puede aún cumplirse», se dicen las fuerzas y cuerpos de seguridad del futuro ya escrito). Matt Damon y Emily Blunt forman un dúo tan bien conjuntado como una de esas parejas de patinadores, y en sus prisas por huir de su destino encuentra el director George Nolfi el modo de hacer una película visualmente extraordinaria (con esas puertas que son un atajo hacia allá donde te dirijas). Todo es muy sorprendente, la tesis, la antítesis, la síntesis, el furor narrativo..., pero lo más sorprendente es que con ese «todo» se deje la sensación al final de la historia de que se ha empequeñecido lo grande y se ha sospechado lo insospechado. Algo así como lo nunca visto, otra vez más.

«Rango»

POR J. CORTIJO

La adormecida división cartoon de Nickelodeon Movies resucita en plena temporada de jauja animada con una película que: a) no luce un numerito de apellido; b) no extrae petróleo 3D; y c) es más rara que un perro verde pistacho o, si se prefiere, que una mezcolanza entre «Mad Max» (o más bien «Tank Girl»), «El bueno, el feo y el malo» (o más bien «Atolladero») y «Lilo & Stitch» (o más bien «Monstruos S.A.»). Buenas expectativas, por tanto, ante la nueva reunión entre Gore Verbinski y un Johnny Depp que realiza un trabajo «total» tan soberbio que casi le perdonamos «El turista». Y expectivas que se van cumpliendo en plan efecto dominó nada más arrancar el filme, entre espasmos de slapstick y Dalí, y mientras el camaleónico protagonista va sacando los colores en su peculiar odisea iniciática (como Homer en el episodio de las guindillas guatemaltecas) en un pueblo vaquero con alma de lija. Lejos de los raíles del género, «Rango» va a su feliz aire: personajes epatantes o repulsivos, moraleja especuladora, atmósfera viciada donde parece que va a asomar Tom Waits tocando el ukalele, y un virtuosismo animado que se desboca en escenas como la de la persecución en pos de la preciada agua. En fin, un fetén «escama-western» que igual espanta a algunos críos pero, ¿qué más da?

«Ispansi»

POR E. R. M.

Hay miradas que visten cualquier suceso de tragedia del mismo modo que las hay que convierten la tragedia en material de melodrama. La de Carlos Iglesias, que tiene un modo apacible de mirar, pertenece claramente a éstas últimas, y trata con la misma mano sedosa de «Un franco 14 pesetas» esta historia sobre guerra civil, niños exportados, odios ideológicos, fríos inhumanos, vidas rotas y muertos a millones. «Ispansi» es más o menos como los rusos llamaban a los españoles que llegaron allí a borbotones, y lo que cuenta Iglesias es voluntariosamente positivo, conciliador, algo así como una metáfora de la concordia y armonía entre dos bandos incompatibles mediante el amor de una pareja perteneciente a cada uno de ellos. El Madrid bombardeado, la luz de la Sevilla de postguerra, la gélida estepa rusa ocupada por los nazis..., la puesta en escena es aún más voluntariosa que su idea conciliadora y los retratos que hace son, aunque comunes, fuertes y eficaces.

«El estudiante»

POR E. R. M.

No resulta fácil emprenderla a garrotazos contra una película como esta, tan llena de ingenuidad, corazón y benevolencia, aunque sus personajes tan humanos sean de puro cartón piedra y sus comportamientos y diálogos tengan tanto que ver con el mundo real como Bob Esponja. La historia reposa casi por completo sobre el actor Jorge Lavat, que es un simpático vejete que se apunta a estudiar Literatura en la Universidad y allí respira y exhala una filosofía de la vida que revuelve los cimientos de la vida universitaria, tan breve, taruga, lasciva y calavera, también tratada aquí en un espíritu muy de tuna. El director, Roberto Girault, ha tomado el camino más difícil (casi intransitable) de ponerle un filtro fucsia a una historia que si la cuentan los Coen aún estaríamos desmayados en la sala.

«Bienvenidos al sur»

POR E. R. M.

Fotocopia de la película de Danny Boon titulada «Bienvenidos al norte» (de Francia), llega ahora esta «Bienvenidos al sur» (de Italia), dirigida por Luca Miniero y protagonizada por Claudio Bisio. La idea, el desarrollo, las tesis e incluso los chistes y situaciones están calcados de la versión original francesa: un repaso a los prejuicios, a los tópicos geográficos, sociales y lingüísticos de la Campania, donde como es «natural» reina la camorra, huelen a queso y hablan con un guijarro en la boca... Una idea es que la realidad deshace los prejuicios y el contacto con los demás nos iguala, y otra idea es que tomado a broma, resulta más digestivo. Si alguien no encontró graciosa la zona norte francesa, probablemente le pase lo mismo con la sur de los italianos, aunque los paisajes sean más apetecibles.

«Lola»

POR E. R. M.

Aunque se vea poco y suene a broma, el cine filipino es de los más vigorosos y rastreadores de la actualidad, y Brillante Mendoza es su máximo exponente. Otros títulos suyos han ganado premios y prestigios en festivales; ahora se estrena «Lola», una película tal vez menos «brillante» pero más «visible» y que nos pasea por una ciudad como si realmente anduviéramos por ella, la oliéramos, entre sus gen- tes y por los lugares más inverosímiles para contar una historia de dos ancianas que tratan de recomponer el mundo roto por sus nietos, el uno asesino del otro. La cámara es prodigiosa, busca esencia y verdad más que provocación, como en otros títulos anteriores suyos.

«Mañana, cuando la guerra empiece»

POR ABC

«Mañana, cuando la guerra empiece» es una historia juvenil, de mucha acción y un toque apocalíptico, sobre la pérdida de la inocencia. Unos adolescentes australianos pasan de la cómoda vida de instituto, donde los problemas se limitan a discusiones de amoríos o para ver dónde se van de acampada, a verse envueltos en una guerra. El guión parte de una popular saga literaria australiana creada por John Mardsen. Protagonizan la película Rachel Hurd-Wood, Phoebe Tonkin y Caitlin Stasey, bajo la dirección de Stuart Beattie, guionista de las entregas de «Piratas del Caribe» y de «Collateral».

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