Con el ojo puesto en el partido de ida, que se saldó, allá por la jornada 8, en favor del Jumilla por la mínima —uno de los cuatro únicos encuentros que han ganado los murcianos en todo el campeonato de Liga—, el Lucena no sólo intentará hoy devolverle la moneda a un rival muy tocado por las circunstancias extradeportivas y también deportivas, sino también dar un paso de gigante hacia su objetivo primordial, que no es otro que la permanencia pura y dura.
Las bazas a favor con las que cuentan los celestes no son pocas: los rivales están en un mal momento de juego con tres derrotas seguidas y quedando colistas con sólo 16 puntos; los jugadores se han comprometido a no cobrar sus sueldos en los partidos que restan de Liga, si bien, al menos, la directiva ha dicho que se les pagarán los desplazamientos y la manutención; la plantilla al completo, de hecho, ha estado a punto de ir a la huelga por el impago de sus salarios desde hace ya cuatro meses, y, para colmo, el cambio de entrenador está resultando excesivamente traumático. Hasta el punto de que Joaquín Poveda no podrá estar sentado en el banquillo dirigiendo a los suyos, que únicamente van a entrenar dos días a la semana, debido a que la directiva no ha cerrado todavía el finiquito al ex técnico, Manolo Sánchez.
A eso hay que unirle las armas propias del equipo lucentino, que mantiene más o menos una trayectoria sin muchos cambios bruscos, con buena capacidad ofensiva y una defensa bastante segura, así como los 46 puntos más cerca de lo que parece.
Marcar cuanto antes
No en balde, Rafael Carrillo «Falete», su entrenador, ya ha resumido el encuentro en un único deseo: marcar en los primeros instantes del partido, que es cuando se está demostrando que el Lucena genera muchas más ocasiones. Además, es la primera vez en lo que va de Liga que el técnico cuenta con casi todos sus hombres. Es más, la única baja segura es la del defensa Obregón (apercibido de tarjetas, al igual que el delantero Pineda), pero el resto está disponible, lo que está dando pie al entrenador a contar en su estrategia con varias facetas diferentes de juego dependiendo del jugador del que vaya tirando.
Una práctica que fomenta la sana competencia en el seno de la plantilla y, al mismo tiempo, sirve para confundir un poco a los rivales.
Pero la empresa no va a ser fácil. El Jumilla, pese a su actual posición en la tabla, no deja de ser un rival organizado y aguerrido, con cierto peligro al contraataque, que, precisamente por estar malherido, no hay que dejar de vigilar sus reacciones. De nuevo, bastaría con recordar que le hizo un gol y le robó los tres puntos en su propio feudo a los lucentinos, y eso tiene que seguir pesando en la memoria de jugadores y cuerpo técnico.
