la garita de herbeira
Islandia y Galicia
La cosa está pues en ver si nos quedamos con nuestra Caja, aunque sea más eficaz buscarle pareja no autóctona
LA presente crisis mundial presenta dos grandes problemáticas derivadas de los dos más importantes flujos que mueven el sistema socioeconómico y la sociedad. El dinero y la energía. La crisis financiera de las hipotecas sub prime tiene su equivalente en las falsas energías alternativas a las fuentes tradicionales de energía no renovable.
El sistema agrario de los países industrializados se basa en el consumo intensivo de combustibles fósiles y la deriva hacia la transformación en biocombustibles de cereales y soja, que aumenta la competencia de la ganadería intensiva de los países ricos hacia al consumo humano de los superpoblados países pobres. Es decir, también existen importantes interacciones entre crisis energéticas, crisis alimentarias y subversión o revueltas como las vividas en África. Activos tóxicos, energías termodinámicamente fláccidas, contribuyen a la desestabilización, vía subvenciones y socialización de pérdidas, que convierten a ambos subsistemas financiero y energético en parásitos de la sociedad civil.
Islandia es un pequeño país de una población similar a la de la ciudad de Vigo. De vida tranquila, con una importante actividad pesquera, hasta que se desataron las turbulencias devastadoras de la crisis financiera. La mala gestión mohatrera de banqueros y políticos dio lugar a una deuda superior a ocho veces y media el PIB islandés. Islandia queda en bancarrota. Pero la gente se rebela y exige responsabilidades. Se produce la dimisión de todo un gobierno en bloque, nacionalización de la banca, un referéndum para que el pueblo decida sobre las decisiones económicas trascendentales, encarcelación de responsables, negativa a pagar al FMI la deuda de 8,5 veces su PIB, proceso constituyente y proyecto de protección de la libertad de información y de expresión. El pueblo islandés pretende evitar otro contubernio entre medios de comunicación, banqueros y casta política, cuestión que contrasta con los proyectos para establecer mecanismos de censura en el Reino de España.
Y qué pasa aquí en Galicia. Aquí las preocupaciones de muchos de nuestros próceres parecen ser otras. Demostrar quién manda, mejor que mandar bien. Es decir, procurar que ambos sistemas financieros y energéticos funcionen y sean más generadores de riqueza que sumideros. La cosa está pues en ver si nos quedamos con nuestra Caja, aunque sea más eficaz y mejor para la gente buscarle una pareja no autóctona. Lo de la energía depende de concesiones, decretos y contra decretos. La agricultura está en trance de extinción. Pero siempre nos podremos entretener con si el lúcido líder de la oposición pide licencias para retejar, hace trampas a Hacienda, o acusa a Feijóo de ser un peligroso narcotraficante. A diferencia de Islandia, aquí la gente calla y otorga. ¿O no?
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