Bélgica cumple 250 días sin Gobierno: un récord mundial

La pretendida revolución ha sido un fracaso y la mayoría de los análisis insisten en que la situación está hoy más lejos del acuerdo que hace ocho meses. «Ahora que los desafíos son cruciales y se ven afectados los fundamentos de este país, la desconfianza y el pesimismo están en su nivel más elevado» se lamentaba Beatrice Delvaux, la directora de «Le Soir» viendo que en vez de esforzarse por pactar, «los negociadores se enfrentan sin tregua».

El Rey Alberto II ha extendido dos semanas más la misión del liberal valón Didier Reynders como «informador» (el enésimo encargado de buscar posibles salidas a la crisis), pero el nacionalista flamenco Bart de Wever ya ha sentenciado que esta gestión «no ha empezado bien» y que, «si este intento no funciona, se acabó».

El estéril esfuerzo de los estudiantes que intentan movilizar el país es probablemente la expresión más adecuada para entender cómo es posible que la inmensa mayoría asista sin mayor inquietud a esta situación absurda. La respuesta a la pregunta de cómo vive un país sin gobierno viene precisamente de las causas por las que la actual Bélgica puede ser un proyecto político imposible: un cuarto de siglo de federalismo desbocado ha creado dos entidades político-institucionales tan separadas que cuesta trabajo defender la necesidad de que ambas sigan formando parte del mismo proyecto. Pero gracias a la extensión de las competencias de los gobiernos regionales, la vida cotidiana no se ve afectada por el hecho de que haya un gobierno federal en funciones que amenaza con eternizarse.

Según el historiador francés Alexander Adle, la crisis revela «la expresión de una formidable ambición de ser un país independiente» por parte de los flamencos.

En efecto, los belgas han superado antes muchas crisis políticas en un marco similar, lo que ha hecho diferente a la crisis actual es la irrupción de un partido nacionalista flamenco, el NVA, encabezado por de Wever, que ha pasado de la nada a ser el más votado en Flandes. «Para un corazón audaz, nada es imposible» les dijo De Wever a sus seguidores nada más anunciar su victoria.