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Los nobles de la España democrática

El Rey ha cambiado el perfil de la nueva aristocracia

ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS

Dar a la aristocracia su verdadero significado: distinguir a los mejores, pero adaptado a los nuevos tiempos. Eso es lo que ha hecho Su Majestad el Rey al reconocer con títulos nobiliarios a decenas de españoles que han destacado en su actividad de una forma relevante. Atrás quedaron los tiempos en los que la nobleza se demostraba solo con las armas o la política. Don Juan Carlos ha extendido esos honores a otras actividades desde las que también se puede servir a España y a la Corona, y que van del arte a la ciencia, pasando por el deporte o la literatura, la música, la historia, el Derecho o la empresa.

De hecho, sólo tres de las más de 40 grandezas de España y títulos nobiliarios que ha concedido Don Juan Carlos en los 35 años de Reinado han sido para militares, dos de los cuales sirvieron en la Casa del Rey; el tercero, el marqués de Gutiérrez Mellado .

Los títulos no suponen privilegios, sino el honor de la distinción por el Rey

Hace ya mucho tiempo que los títulos nobiliarios no suponen ningún privilegio en España. Su valor reside en saber que uno ha sido reconocido con una de las mayores distinciones que puede otorgar el Rey y que, en la mayoría de los casos, ese honor se extenderá a toda su descendencia hasta que se extinga. El último de los privilegios fue abolido en 1984 y permitía a los grandes de España —que es la máxima dignidad en la nobleza española— obtener el pasaporte diplomático.

En tiempos de Alfonso XIII , los grandes de España incluso podían formar parte del Senado. Otros privilegios permitían a los caballeros cubrirse en presencia del Rey y a las damas, tomar asiento. En la actualidad, la única distinción que conlleva un título nobiliario es recibir el tratamiento de excelencia, en el caso de los grandes de España, y de ilustrísima, en los demas títulos.

Lo que cuesta un título

Poseer un título nobiliario no cuesta dinero, pero sí hay que pagar impuestos en el caso de transmisiones, rehabilitaciones o de reconocimientos de títulos extranjeros, entre ellos, los pontificios, que Pablo VI dejó de otorgar, pero que recuperaron Juan Pablo II y Benedicto XVI . Por ejemplo, heredar un título sin grandeza de padres a hijos o entre hermanos está gravado con algo más de 700 euros, que se elevan a unos 2.500 si el título conlleva grandeza. Si la transmisión es entre parientes más alejados, los impuestos rozan los 2.000 euros en el caso de un título sin grandeza y superan los 6.000 euros por cada título con grandeza.

Pero más caro resulta rehabilitar un título o conseguir el reconocimiento en España de un título extranjero, pues en ese caso las tasas van de los 4.000 a los 15.000 euros. En España hay unos 2.800 títulos nobiliarios en uso y 2.200 titulares, ya que algunas personas acumulan varios, explica José Miguel de Mayoralgo, conde de los Acevedos, letrado asesor de la Diputación de la Grandeza de España.

Aparte de los nuevos que otorgue el Rey, el número de títulos no suele cambiar de un año para otro, ya que «las rehabilitaciones de títulos vacantes están muy restringidas desde 1988 cuando se limitó el plazo para solicitarlo a 40 años desde la muerte del último titular y el parentesco máximo al sexto grado. Es decir, sólo se pueden reclamar títulos de fallecidos después de 1971».

La igualdad de la mujer

El cambio más importante que ha afectado a la aristocracia desde 1812 ha sido la ley 33/2006 de 30 octubre que anuló la histórica preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión de títulos nobiliarios.

El título vigente más antiguo, en opinión del conde de los Acevedos, es el de conde de Medinaceli, otorgado en 1368, y elevado a duque en 1479 por los Reyes Católicos . Aunque en los siglos X y XI ya existían títulos de marqués y conde, en aquella época se trataban de cargos político-administrativos. Los títulos nobiliarios, tal y como hoy los entendemos (como distinción otorgada por el Rey), tienen su origen en los siglos XIII y XIV e inicialmente iban unidos a señoríos (donaciones de tierras), que fueron abolidos en la Constitución de 1812.

Junto a los privilegios también han desaparecido las obligaciones, como la de pedir permiso al Rey para contraer matrimonio. «Quien no tuviera la Real Licencia para casarse no podía heredar el título», explica el conde de los Acevedos, quien aclara que «existían indultos en forma de multas para quienes se despistaban». Aunque esta obligación recogida en la Real Pragmática de Carlos III fue abolida en 1931 , algunos nobles siguen comunicando al Rey sus proyectos de boda, pero «como cortesía».

Entre los nuevos nobles hay artistas, intelectuales, catedráticos y deportistas

El perfil de los nuevos nobles ha ido cambiando con el paso de los siglos. «En los primeros tiempos, casi todos los ennoblecidos eran ya grandes señores», añade el conde de los Acevedos. En el siglo XVII se empiezan a conceder a quienes destacan por su labor al servicio de la Corona y se otorgan a militares y letrados. En el XIX, se conceden a personas que destacaron en la Guerra de la Independencia, en la política, en las finanzas y en la diplomacia. «Es en este siglo cuando de verdad cambia el perfil». Después, Don Juan Carlos ha incorporado a la nobleza a artistas, intelectuales, catedráticos, deportistas...

Lo cierto es que el último título concedido, el marquesado de Del Bosque, es el que más ha sorprendido, muy gratamente, no solo a los españoles sino también al propio entrenador y a su familia. Su mujer, Trinidad, no se lo podía creer: «Si somos hijos de ferroviarios», decía el día que se anunció la concesión. Pero pocas personas han llevado con más honor y dignidad que este nuevo marqués el nombre de España por todo el mundo. Su título junto al marquesado de Samaranch que el Rey concedió en 1991 al presidente del Comité Olímpico Internacional son los únicos relacionados con el deporte.

Don Juan Carlos también incorporó el arte a la aristocracia, al conceder los marquesados de Salobreña al guitarrista Andrés Segovia; de los Jardines de Aranjuez, al compositor Joaquín Rodrigo; de Tàpies, al pintor Antoni Tàpies, o de Dalí de Pubol al pintor Salvador Dalí. Este último pidió que el título, hereditario, se convirtiera en vitalicio para que no lo heredara su familia. También la pianista y mecenas Paloma O'Shea, esposa de Emilio Botín, fue reconocida con el marquesado de O'Shea.

El título más literario

La Literatura está representada con los marquesados de Vargas Llosa y de Iria Flavia (Cela), los dos premios Nobel, pero el título más literario sigue siendo el de marqués de Bradomín, que Don Juan Carlos otorgó al hijo de Valle-Inclán. La Ciencia aportó los marquesados de Marañón, concedido al hijo del eminente médico; de Canero, a Margarita Salas, y de Oró, al bioquímico Juan Oró.

También la política ha aportado su sangre a la nueva aristocracia con los títulos otorgados a los presidentes del Gobierno: el ducado a Suárez y el marquesado de la Ría de Ribadeo, a Calvo-Sotelo; mientras que Felipe González declinó el ofrecimiento. Quien sí aceptó un marquesado fue Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat en el exilio, a pesar de haber sido secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya. Don Juan Carlos también distinguió a Torcuatro Fernández-Miranda con el ducado de Fernández-Miranda, a Antonio Fontán con el marquesado de Guadalcanal y a Marcelino Oreja con el marquesado de Oreja.

El Rey también ennobleció el trabajo de académicos, estudiosos e historiadores. A Juan de Contreras y López de Ayala le otorgó una grandeza de España que unió al marquesado de Lozoya y al académico Martín de Riquer otra grandeza a unir al condado de Casa Dávalos. Al arabista Emilio García Gómez le concedió el condado de Alixares; al historiador Gonzalo Anes el marquesado de Castrillón y a la viuda del historiador Jaume Vivens Vives la baronía de Perpinyá.

Del mundo de la empresa proceden los marquesados de Águilas (Alfonso Escámez), de Puebla de Cazalla (Javier Benjumea), del Pedroso de Lara (José Manuel Lara), de la Rivera del Sella (Antonio Durán Tovar), de Asiaín (José Ángel Sánchez Asiaín) y de Villar Mir (Juan Miguel Villar Mir). A los juristas Antonio Garrigues y Aurelio Menéndez les reconoció con los marquesados de Garrigues y de Ibias, respectivamente.

El editor de ABC

El Rey reconoció a Guillermo Luca de Tena, uno de los grandes periodistas y editores, con el título de marqués del Valle de Tena con grandeza de España. Tras su fallecimiento, el 6 de abril de 2010, su hija Catalina Luca de Tena, presidenta-editora de ABC, heredará el título.

Conde de Rodas y futura duquesa de Suárez

José María de Areilza Carvajal, conde de Rodas y heredero del condado de Motrico, es doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, donde compartió estudios durante dos años con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Ha sido asesor en asuntos europeos y norteamericanos en el Gabinete del presidente del Gobierno entre 1996 y 2000. En la actualidad es decano de IE Law School en el Instituto de Empresa, titular de la Cátedra Jean Monnet de esta institución, miembro del Consejo de Administración de ABC, miembro del grupo Total Law de la Universidad de Nueva York, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid y editor del blog de debate europeo BlogEuropa.eu.

Alejandra Romero Suárez es la hija mayor de Mariam Suárez (en la imagen), primogénita del primer presidente de la democracia. Tras el fallecimiento de su madre, en 2004, esta joven, que el pasado 25 de enero cumplió 21 años, es la heredera del ducado de Suárez, título que el Rey concedió a su abuelo en 1981. Alejandra es una joven discreta, que huye de protagonismos; responsable, brillante y disciplinada. Está studiando Derecho y Empresariales y su vocación, cuando termine los estudios, es ejercer el Derecho. Habla inglés y francés. Aunque no tiene una especial vocación política, la figura de su abuelo la ha llevado a interesarse por ella.

Los artistas

El pintor Salvador Dalí, marqués de Dalí de Pubol; el guitarrista Andrés Segovia (arriba), marqués de Salobreña; el compositor Joaquín Rodrigo (debajo), marqués de los Jardines de Aranjuez, y el pintor y escultor Antoni Tàpies (izquierda), marqués de Tapies

Los deportistas

El entrenador de la Selección Española de Fútbol, Vicente del Bosque, marqués de Del Bosque, que ha llevado el nombre de España por todo el planeta, y el ex presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch, marqués de Samaranch (debajo)

Los escritores

La Literatura ha aportado a la nueva aristocracia los títulos nobiliarios de los dos premios Nobel: los marquesados de Vargas Llosa (arriba, el escritor con su nieta) y de Iria Flavia (sobre estas líneas, Camilo José Cela, con su yorkshire terrier.

Los políticos

Los dos primeros presidentes del Gobierno de la democracia: Adolfo Suárez, duque de Suárez, y Leopoldo Calvo-Sotelo, marqués de la Ría de Ribadeo. El político y diplomático Marcelino Oreja, marqués de Oreja (debajo)

Los científicos

La Ciencia también ocupa un lugar en la nueva aristocracia del Reinado de Don Juan Carlos. En la imagen, la científica Margarita Salas, marquesa de Canero.

La nueva generación

Herederos de títulos antiguos o de los más recientes, la nueva generación de aristócratas combina la tradición con la modernidad y vive integrada en la sociedad española.

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