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ABC Cultural

Ortega, completo y vertebrado

Jóvenes orteguianos culminan la revisión de la inédita modernidad del pensador y su obra

VÍCTOR LERENA

ANTONIO ASTORGA

En 1949, José Ortega y Gasset es «residente en Lisboa», ciudad en la que «vegeto desde hace la broma de siete años», confiesa. En España, sus odiadores están muy interesados en conseguir su definitiva extinción porque saben que si él logra, con carácter normal, volver ... a actuar en España no podrán ellos seguir «exudando impunemente sus cogénitas estolideces». Ortega lleva trece años guardando silencio con su mejor voluntad, y suspendida radicalmente no solo su vida pública sino hasta el límite posible su existencia privada. «Trece años de vida suspensa son un fuerte y grave bocado dado al tiempo, a mi tiempo que, como el de todos, tiene sus horas contadas». Ortega sabe que el más auténtico deber del hombre, cuyo oficio y misión es decir, consiste precisamente en callar. Pero Ortega se rebeló y no calló. No tuvo relación oficial con la universidad, de la que no cobró un céntimo. Ortega no vivió de espaldas a la España franquista; le sorprendió el «hambre de vivir» del pueblo. Se relacionó con Ruiz Giménez y Don Juan. La Guerra Civil fue una tragedia personal para él. «Al regresar a Europa, Besteiro le produjo un trauma como símbolo de crueldad y horror», resume José Varela Ortega, presidente de la Fundación Ortega-Marañón.

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