Ortega, completo y vertebrado
Jóvenes orteguianos culminan la revisión de la inédita modernidad del pensador y su obra
ANTONIO ASTORGA
En 1949, José Ortega y Gasset es «residente en Lisboa», ciudad en la que «vegeto desde hace la broma de siete años», confiesa. En España, sus odiadores están muy interesados en conseguir su definitiva extinción porque saben que si él logra, con carácter normal, volver ... a actuar en España no podrán ellos seguir «exudando impunemente sus cogénitas estolideces». Ortega lleva trece años guardando silencio con su mejor voluntad, y suspendida radicalmente no solo su vida pública sino hasta el límite posible su existencia privada. «Trece años de vida suspensa son un fuerte y grave bocado dado al tiempo, a mi tiempo que, como el de todos, tiene sus horas contadas». Ortega sabe que el más auténtico deber del hombre, cuyo oficio y misión es decir, consiste precisamente en callar. Pero Ortega se rebeló y no calló. No tuvo relación oficial con la universidad, de la que no cobró un céntimo. Ortega no vivió de espaldas a la España franquista; le sorprendió el «hambre de vivir» del pueblo. Se relacionó con Ruiz Giménez y Don Juan. La Guerra Civil fue una tragedia personal para él. «Al regresar a Europa, Besteiro le produjo un trauma como símbolo de crueldad y horror», resume José Varela Ortega, presidente de la Fundación Ortega-Marañón.
A su muerte en 1955, Ortega dejó un corpus en tres grandes bloques: sus Obras Completas (Madrid, Revista de Occidente), los textos publicados y no recogidos en ellas, y una amplia obra inédita. Durante diez años, un equipo del Centro de Estudios Orteguiano, apasionado por el proyecto intelectual y vital de Ortega, ha fijado canónicamente la obra del filósofo para ponerla a disposición de los lectores e investigadores como la fuente más fiable. Han editado diez tomos con 10.672 páginas; de ellas, 8.712 son textos de Ortega y 3.372 de estas estaban inéditas a su muerte.
El volumen X y último de las Obras Completas de Ortega y Gasset, coeditadas por la Fundación Ortega-Marañón y la editorial Taurus, con el patrocinio de Telefónica y Banco Santander, atesora 107 inéditos más 155 nuevas incorporaciones, textos que estaban perdidos en hemerotecas y bibliotecas de Estados Unidos, Argentina, Alemania... Se han invertido dos millones y medio de euros en investigación para esta primera gran edición en español. Se han movido más de setenta mil páginas para fijar a un Ortega más vivo que nunca. Como en 1949, en una Alemania deshecha por los bombardeos, cuando habla en la Universidad Libre de Berlín sobre Europa ( De Europa meditatio quaedam ). Con la sala abarrotada por más de 3.000 personas, estalla un colosal revuelo, se rompen las ventas y todo ello cristaliza al día siguiente con los periódicos titulando: «La rebelión de las masas». Ortega no callaría jamás.
Es la «modernidad académica» de Ortega. Un proyecto único, un modelo a seguir, como subraya Varela Ortega, que apadrinó la presentación en la que intervinieron Luis Abril, hoy secretario general técnico de la Presidencia de Telefónica, antes en el Santander, quien porfió para que vieran la luz estas Obras Completas; Jesús Sánchez Lambás, director general de la Fundación; Emiliano Martínez, presidente de Santillana (como editor de Taurus), y Javier Zamora Bonilla, director del Centro de Estudios Orteguianos, que no olvidó a los orteguianos convictos y confesos que han arrimado el hombro a esta gran cofradía del saber: Juan Pablo Fusi, Fernando R. Lafuente, José Juan Toharia, la inolvidable Soledad Ortega... y el equipo interdisciplinar: Carmen Asenjo, Ignacio Blanco, Cristina Blas, Enrique Blasco, José Ramón Carriazo, María Isabel Ferreiro, Iñaki Garabáin, Patricia Giménez, Alejandro de Haro, Felipe González Alcázar, Azucena López, Juan Padilla y Mariana Urquijo. Vive aquí, pues, un Ortega al que van a entender hasta los filósofos. Un Ortega y Gasset completo y vertebrado.
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