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«Un centro de torturadores y aprendices de golpes de Estado»

Así describe el canciller argentino Héctor Timerman la red de academias fundada en 1995 por Bill Clinton, complicando el escenario local e internacional de Cristina Kirchner

AFP

CARMEN DE CARLOS

No es una buena racha para Cristina Fernández de Kirchner . A la Presidenta de Argentina se le complica el escenario local y el internacional. El jefe de su cuestionada campaña electoral y ex titular de la Superintendencia de Servicios de Salud, Héctor Capaccioli , quedó procesado por malversación de fondos.

Además, la causa del avión argentino capturado en España con una tonelada de cocaína comienza a salpicar al Gobierno al confirmarse que la droga se embarcó en un aeropuerto militar. WikiLeaks destapa otra vez la olla de la corrupción kirchnerista con nuevos documentos y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, excluye -sin intención alguna de dar marcha atrás- a Argentina de su doble escala sudamericana por Brasil y Chile el próximo mes. Para colmo, el ministro de Asuntos Exteriores, Héctor Timerman , sigue abriendo frentes dentro y fuera de Argentina.

«Torturadores y aprendices de golpes»

Conocido popularmente como “ Twitterman ” por su presencia en la red de los 140 caracteres, el canciller ha vuelto a ponerse, a sí mismo y a Argentina, a los pies de los caballos de la crítica al acusar a la International Law Enforcement Academy (ILEA) de ser un centro de adiestramiento de torturadores y aprendices de golpes de Estado . “Cursos de tortura” y “técnicas golpistas” fueron, en rigor, las expresiones utilizadas por el jefe de la diplomacia para definir las actividades de ILEA, en clara identificación con la Escuela de las Américas , cuna en los años 70 de represores y dictadores latinoamericanos.

El disparo de Timerman apuntaba a la Administración de Mauricio Macri , jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, por enviar efectivos de la Policía Metropolitana a ese centro a realizar cursos. Pero el impacto se sintió en la línea de flotación de la provincia de Buenos Aires, gobernada por el kirchnerista Daniel Scioli, en el Ministerio de Defensa que comanda la “ultra cristinista” Nilda Garre y en buena parte de los países de este continente que envían o han enviado a sus agentes, a jueces o a fiscales a la red de academias que fundó Bill Clinton en 1995.

La policía bonaerense, la Gendarmería y las fuerzas de Seguridad de la mayoría de países de América Latina, incluidos los vecinos Brasil con Dilma Rousseff, Uruguay con José “Pepe” Mujica y Chile cuando Michelle Bachelet era presidenta, han quedado expuestos a las invectivas de Timerman pese a no ser ellos su diana. El Salvador, una de las sedes de ILEA, protestó por las declaraciones del canciller. La oposición pide su renuncia. Estados Unidos ni siquiera se molestó.

Corrupción en el Gobierno

Con el fuego cruzado del ministro de Asuntos Exteriores -buena parte desde su cuenta de Twitter- rebotando en el espejo de Argentina, la última revelación de WikiLeaks abre otra herida en la imagen de Argentina: el Gobierno no tiene interés en combatir la corrupción que le salpica.

Dicho en términos de Tom Kelly, número dos de la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, “los movimientos recientes del Gobierno argentino socavan la independencia y eficiencia de los organismos con jurisdicción sobre los casos de corrupción”. Secreto a voces, su constatación oficial en el exterior ha vuelto a dejar en una posición incómoda a la presidenta. Cristina Kirchner afronta un año de elecciones y aunque su candidatura sigue siendo un misterio, hasta ahora los sondeos le sonreían.

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