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El presidente de CatalunyaCaixa dimitirá tras la bancarización

El desencuentro conel director general y las discrepancias por el salario fuerzan la salida

À. GUBERN

La ola de reestructuraciones que está barriendo el mapa de las cajas de ahorros en España no sólo amenaza con la nacionalización a pocos meses vista de algunas de estas entidades, sino que ya ha empezado a producir movimientos en el seno de los consejos de administración. El caso más notorio es el del presidente de CatalunyaCaixa, Fernando Casado, que ya habría comunicado su intención de abandonar el cargo una vez quede encarrilado el proceso de transformación en banco del grupo, creado a partir de la fusión de las cajas de Catalunya, Terrassa y Manresa.

Aunque desde CatalunyaCaixa se insiste en que la renuncia de Casado no se ha planteado, su marcha se da por descontada, en lo que sería el último capítulo de la serie de desencuentros que el presidente ha tenido desde que asumiera el cargo hace apenas dos meses, principalmente con el director general, Adolf Todó.

Pese a que en CatalunyaCaixa no se quiere santificar la salida, sí se reconoce que la transformación en banco —«si al final llega a darse», plantean aún de manera en extremo preventiva— va a producir «cambios» en los órganos de dirección, reconocieron fuentes del grupo a ABC.

Nuevo banco

La cautela con que se expresan desde la entidad contrasta con la rotundidad con la que habla el director general, que en una carta a los empleados, y luego en una entrevista televisiva el lunes, daba por hecha la bancarización de la caja, proceso al que el consejo de administración dará luz verde el próximo martes.

De hecho, las manifestaciones de Todó dando por descontada la bancarización de la entidad habrían sido la gota que colmó el vaso del aguante de Fernando Casado, molesto por un anuncio público previo al consejo de administración y del que no habría sido informado.

Si este episodio ha precipitado los acontecimientos, de fondo estaría la falta de sintonía personal entre los dos máximos dirigentes de la entidad, un director general de fuerte personalidad y un presidente reacio a quedar relegado a una función cuasi honorífica. La presidencia de perfil bajo que Todó esperaba de Casado —designado tras difíciles equilibrios políticos entre la diputación de Barcelona (socialista) y la de Tarragona (convergente)— no se ha producido, y el enfrentamiento ha sido inevitable.

La renuncia del director general se explicaría también por una discrepancia más terrenal, esta de orden pecuniario, al no aceptar el consejo de administración el aumento de salario que Casado demandaba. Según ha trascendido, Casado percibiría unos 200.000 euros anuales, cantidad que confiaba en triplicar, lo que el consejo rechazó alegando que las funciones ejecutivas ya las asume el director general, y las de presidente, que no implican dedicación exclusiva, no alcanzan para pagar dicho salario.

Fernando Casado, hasta el pasado noviembre director general del Instituto de la Empresa Familiar, podría abandonar el puesto en pocas semanas, una vez CatalunyaCaixa camine ya hacia la bancarización.

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