Entre el Centro de Creación Contemporánea de Córdoba, que pretendía Pilar Citoler, y el Teatro Cómico Principal, que ofrece la Junta, hay una tercera vía que satisface las pretensiones de la coleccionista para que las obras de Circa XX se puedan exhibir. Se trata de la planta alta de Caballerizas Reales.
La idea de proponer este espacio fue de la Universidad de Córdoba, que llevó a la coleccionista a conocerlo y ésta se llevó una magnífica impresión, hasta el punto de que piensa que sí sería un lugar apropiado para acoger la colección.
Por un lado está la propia calidad del edificio, construido en 1570 por iniciativa del rey Felipe II, con lo que sería un escenario privilegiado para contemplar las obras de la colección. Por otro, está en pleno corazón patrimonial de Córdoba, porque linda con el Alcázar de los Reyes Cristianos y el barrio de San Basilio y está a pocos metros del Puente Romano y de la Mezquita-Catedral, con lo que los turistas que visiten la zona monumental de Córdoba apenas tienen que desplazarse unos metros para conocer el lugar en que se exhibirán las obras.
«Sería un lugar adecuado, con mucho empaque, porque si la colección se muestra aquí mucha gente llegaría a verla y pondría a Córdoba en el mapa de Europa», afirmó la coleccionista. La iniciativa fue de la Universidad de Córdoba y ahora la tendrá que tomar en cuenta la Junta de Andalucía, pero en este escenario se suma un nuevo actor: el Ayuntamiento, propietario de las Caballerizas Reales. Según Citoler, el Consistorio «estaría encantado» de que la colección se pudiera exhibir en este espacio, que se acaba de someter a una restauración.
La exposición de la colección Circa XX se haría en la planta superior, que por el momento no tienen uso, pero para eso primero tendría que existir un acuerdo con el Consistorio y con la Junta de Andalucía, aunque Citoler explicó que no tiene conocimiento de si la Universidad de Córdoba ha trasladado al Ayuntamiento la propuesta.
Cinco años
Citoler insistió en que la larga concreción del proyecto no ha mermado su intención de que la colección termine exhibiéndose en Córdoba de forma permanente y sigue estando «abierta» a buscar nuevas fórmulas para conseguir que sea una realidad, aunque «ya lleve cinco años», como recordó, sin que se hayan producido demasiados avances significativos.
Las primeras conversaciones surgieron en 2006, cuando se realizó una pequeña exposición en la Diputación con su obra. De inmediato la Universidad de Córdoba asumió como suyo el proyecto, que tomó carta de naturaleza con la gran exposición que se celebró en 2009.
