Hazte premium Hazte premium

Taibo se lanza al abordaje

El escritor, metido en la piel de Salgari, recupera la saga de Sandokán con «El regreso de los Tigres de Malasia»

ERNESTO AGUDO

MANUEL DE LA FUENTE

Durante más de diez años, Paco Ignacio Taibo II ha vuelto a surcar las tempestuosas pero entrañables aguas del Salgari de su infancia tras la pista del legendario Sandokán y su inseparable Yáñez. Final y felizmente, el periplo ha llegado a puerto bajo el nombre de «El regreso de los Tigres de Malasia» (Ed. Planeta), una novela en la que Taibo se lanza al abordaje metido en la piel del escritor italiano para recuperar a sus personajes más famosos y populares y continuar, más de un siglo después, la legendaria epopeya de los Piratas de Mompracem. Sin duda, una experiencia singular.

«Han sido once años, pero me lo he pasado pipa —reconoce el novelista—. Es un homenaje a mis lecturas de la infancia, a esa pasión lectora de los 7, 8 años. Tenía muy claro que quería revivir la novela de aventuras, pero hacerlo al modo del siglo XXI, no al modo del XIX, porque hay cosas que ya no valen».

Años de investigación y documentación exhaustiva, de más de quinientas páginas de notas, hasta llegar a una obra con que Taibo ha querido «que sea del siglo XXI, pero en la que hubiera un eco de aquellas aventuras de los libros del XIX. Incluso, creo que es una novela extraña, porque que en cierto sentido es muy moderna, pero guarda un sabor arcaico».

Desenvainado pues el argumento (Sandokán enfrentado a una misteriosa organización criminal, el Club de la Serpiente) , Taibo tuvo que tirar de lima literaria («me encantan las peripecias salgarianas, pero por ejemplo, los diálogos suelen ser en gran parte gratuitos e innecesarios»), y espaciar su libro en muchos pequeños capítulos, algo inusual en el XIX, «cuando mucho escritores se veían obligados a llenar páginas y páginas para poder vivir. El propio Salgari escribía veinte páginas diarias para salir adelante».

Literatura a modo de viaje

Taibo se ha permitido algunas licencias históricas que no se revelarán por respeto a la trama

Salgari se recorrió el planeta del uno al otro confín. Eso sí, sin salir de su ático en Turín. Pero no hay duda de que la literatura es una de las mejores maneras de viajar sin apenas mover un dedo más que para pasar de página . Taibo reivindica esta idea pero aclara que en don Emilio Salgari «está de una manera involuntaria. A él sí que le hubiera gustado estar realmente en los sitios, verlo para contarlo, hasta el punto de que se inventó su biografía para poder decir yo estuve ahí a lomos de ese elefante hindú... Pero no, no estuvo en ningún lado. Sólo hizo un crucero por el Atlántico pescando esponjas». El propio Taibo también estuvo tentado de echar a andar por esos mundos de Dios y de la piratería. «Sí, hice mis cuentas. A ver, qué me cuesta un billete de avión a Malasia pasando por Londres y el Museo Británico. Pero deseché la idea. Me dije, no, no, vamos al estilo salgariano, invéntatelo todo, crea una base histórica solida —que me llevó muchas, muchísimas horas de investigación—, pero realmente, desde mi casa de Ciudad de México donde se ve una selva de antenas de televisión me inventé Borneo» .

Entre otros sufrimientos que le llevaron al suicidio, el señor Salgari tenía ciertas aficiones como la de los duelos a pistola. ¿Taibo se la estaba jugando con tipo de armas tomar? «No, don Emilio no se me aparecía por las noches para reconvenirme. Los que sí que se me aparecían eran Sandokán y Yáñez, entablando diálogos que alguna vez conseguía recordar por la mañana. Pero lo que sí logré fue meterme absolutamente en el cuerpo de estos personajes. De qué hablarían, me preguntaba, estos dos viejos piratas con un pasado común y terrible como el suyo».

Otro aspecto que Paco Ignacio Taibo II ha subrayado en su novela es la condición partisana y antiimperialista de Sandokán y su gente, «algo que está en Salgari, un tipo realmente progresista, pero que yo he mostrado de forma más explícita, dándole mayor tensión política a los personajes. La verdad es que yo también me considero antiimperialista, pero a la manera salgariana, no a la leninista, que es tremendamente aburrida».

Taibo se ha permitido algunas licencias históricas, cuyo intríngulis no se revelará aquí por mor del respeto a la trama, pero también tuvo que «cortarse» en algún momento. «Quería incluir un par de personajes gay, pero no me atreví —comenta con magnífico humor—. ¿Se imagina un monje budista gay? No habría estado nada mal, pero no encontré cómo incrustarlo en la novela. Eso sí, por lo menos logré incrustar a una francesa feminista y nudista en medio de un barco de piratas».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación