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Lo de Jáuregui es una treta de tercera división dialéctica. ¿No los hay de primera entre los pretorianos de Zapatero?

Día 18/01/2011
COMO suele suceder en nuestra vida política, tan corta de talento como larga de intereses, los problemas les sirven a los partidos políticos, más que para provocar una rápida y eficaz solución, para que unos puedan utilizarlos como una maza contra los otros. Es un efecto más de la partitocracia y de la defensa del propio empleo que tanto gusta a los líderes, grandes o pequeños, locales, regionales o nacionales, de la derecha o de la izquierda. Ahora, por ejemplo, se pone en primer plano el despilfarro que genera la organización autonómica del Estado con la que, contando con ayuntamientos y diputaciones provinciales, se duplican, triplican y hasta cuadruplican funciones y gastos administrativos. Eso era algo que estaba visto y anunciado desde que el Título VIII de la Constitución entró en el telar parlamentario; pero ahora, con la escasez que exige la crisis y la moderación que nos impone la UE, algunos caen en la cuenta de lo que viene siendo obvio desde hace décadas.
El ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, que parecía más brillante y sensato cuando le contemplábamos en la distancia de vicelehendakari vasco y, más todavía, cuando ejercía de eurodiputado, es de los de la maza. Sin venir a cuento, en provocación innecesaria, ha retado al PP, al hilo de las declaraciones de José María Aznar, para que «si está dispuesto a limitar el autogobierno, que lo diga en su programa autonómico». No estaría de más, y se echa de menos, que Mariano Rajoy nos contara su programa de Gobierno en lo autonómico y en todo lo demás. Ahora que las encuestas, que las carga el diablo, le señalan como muy probable y futuro jefe del Ejecutivo ya no puede seguir con la negación de lo que hay dejando en el misterio lo que debe de haber. Lo que no está claro es que sea Jáuregui, en la pulsión de funcionar como si el PSOE fuera el partido de la oposición, quien le reclame ese anticipo al PP.
Josep Durán, en quien no escasea el sentido común a pesar de su fundamento cristianodemócrata, les ha pedido a los dos grandes partidos nacionales que, con «coraje», abran debate sobre el futuro de las Autonomías, empezando por su número. A cuatro meses de unas elecciones autonómicas, en el lote en el que algunas resultan superfluas, eso puede tener su coste político; pero, tal cual nos provocaba Francisco de Quevedo, ¿nunca se ha de decir lo que se siente? Independientemente de las mañas astutas de Rajoy, es al Gobierno a quien corresponde llevar la iniciativa en este y otros asuntos problemáticos. Lo de Jáuregui es una treta de tercera división dialéctica. ¿No los hay de primera entre los pretorianos de Zapatero?
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