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PEPÓN NIETO

«El teatro te invita a pensar y pensar también puede ser muy divertido»

La obra de teatro «Sexos» llega al Teatro Colón tras su triunfo en La Latina. Pepón Nieto, uno de sus protagonistas, analiza con ABC las claves de una puesta en escena que traspasa los límites de la comedia de enredo y no deja indiferente a nadie

POR PATRICIA ABET

El actor Pepón Nieto protagoniza, junto a Anabel Alonso, Adriana Ozores, Federico Celada y Neus Sanz, la obra de teatro «Sexos». Una historia sobre las relaciones personales que llega hoy al Teatro Colón de La Coruña.

—El director de «Sexos», Pep Antón, ha comentado que todo el mundo se puede sentir identificado con las situaciones que se tratan en esta obra. ¿Es un buen gancho para el público convertir sus problemas diarios en argumento teatral?

—Creo que el éxito de esta obra depende de varios factores: que el texto está muy bien escrito, que la función es muy dinámica y es una comedia muy trepidante donde se habla sin pelos en la lengua y por otra parte, y como apuntaba Pep, que ciertamente la gente se siente identificada. Además yo creo que el teatro, independientemente de que veas un drama, una comedia o una tragedia no sólo te tiene que entretener sino que tiene que despertarte conciencia, moverte a algo por dentro en lo que veas reflejado parte de lo que pasa en tu entorno. Una obra tiene que hacerte salir del teatro pensando algo, porque pensar también es muy divertido.

—«Sexos» es una comedia que cala en el público y no deja indiferente a nadie...

—Sí. Te puedes pasar la hora y media que dura divirtiéndote y riéndote pero también tiene esa cosa de que la risa se te queda congelada en ciertos momentos al pensar ¡Dios mío!, eso que estoy viendo en el escenario soy yo o es mi vecina o yo me siento reflejado en esa situación.

—La historia se estructura sobre una red sentimental de vidas cruzadas. ¿Puede dar más detalles?

—Bueno, no es por no querer desvelar de qué trata la obra pero es muy complicado hacerlo. Sí es cierto que es una historia de vidas cruzadas y trata de unos personajes que entre ellos son amigos. Son dos matrimonios y también hay una tercera persona que se convierte en la amiga en discordia porque se termina acostando con los dos tíos de la función.

—La crisis de los cuarenta, además de las infidelidades, también forman parte del guión...

—Sí. La obra se ubica en esa etapa de la vida, a mitad de los cuarenta, en la que uno no sabe ni lo que quiere ni lo que es, si lo que tiene le gusta o no le gusta, si quiere otra vida y si está dispuesto a pagar un precio muy alto por el camino. Como se puede comprobar, es difícil para mí contar de qué va la función porque no es la pieza típica. Son personajes que hablan entre sí y que se aproximan mucho a la realidad de los espectadores.

—Y para hacerlo, se ha decidido prescindir de decorados u ornamentos...

—Sí, la escenografía está completamente desnuda. No hay un móvil, ni un papel ni una carta. Nada. Sólo paredes con puertas a través de las que se desarrolla la acción y por las que vamos entrando y saliendo a escena. No sale ningún objeto en el que nos podamos apoyar y yo creo que eso el público lo valora. El ver a personajes que en un principio somos rostros populares por haber salido en televisión y que de repente están desnudos haciendo teatro y creando personajes. Es muy gratificante para nosotros encima del escenario y yo pienso que el público también lo agradece.

—Pero a la hora de interpretar esto es una dificultad añadida para los actores...

—Por supuesto. En principio podría parecer un hándicap pero al final se ha convertido en un aliciente también porque todo se limita a un personaje, un texto y una actuación. Y luego también hay una cosa importante y es que los actores nos lo pasamos muy bien y nos divertimos mucho haciendo la función. Llevamos un año y pico largo y nos gustamos muchísimo (risas). No quiero pecar de falsa modestia ni cosas de éstas pero tengo que decir que realmente yo todos los días entre cajas veo las escenas en las que no estoy y disfruto contemplando la actuación de mis compañeros.

—Es de suponer que en su caso, además, el hecho de haber trabajado anteriormente y durante tanto con Adriana Ozores, facilita mucho las cosas...

—Ésta es una función que, está bien que lo digamos, de repente decidimos producir Adriana Ozores, Anabel Alonso y yo. Y está muy bien porque en la tele y en el cine uno tiene que esperar a que suene el teléfono pero en el teatro tenemos la posibilidad de decidir y poner en pie algo por nosotros mismos. Y la historia en la que nos hemos embarcado ha salido muy bien y estamos muy contentos.Cuando decidimos hacer esta función yo estaba haciendo «Los hombres de Paco» con Adriana, Federico, y Neus. Somos muy amigos y en parte por eso decidimos ponernos manos a la obra con este texto. Es una gozada trabajar con todos ellos.

—¿Cómo llegó Anabel Alonso a formar parte del reparto?

—Nos conocemos desde hace veinte o treinta años y somos muy amigos. Y aunque hemos trabajado mucho por separado, nunca habíamos trabajado juntos y teníamos muchas ganas de coincidir y la verdad es que ha sido perfecto. El reparto está muy bien conseguido.

—Alberto es el personaje que interpreta, ¿cuáles son sus virtudes?

—Es un buen tío que después de quince años de relación quiere tener una aventura. Pero es tan honrado, por no llamarle cobarde, que no quiere hacerlo sin el consentimiento de su mujer. Eso desencadena toda la historia que vamos contando en la obra.

—Una última llamada para que los espectadores acudan a la función.

—En tiempos de crisis hay que reírse y la gente tiene que ir al teatro a pasárselo bien, a divertirse, y también a pensar.

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