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Memoria y actualidad
El director de la Cátedra de Estudios sobre la Tradición de la Universidad de Valladolid analiza las relaciones entre el paganismo y la religión y sus expresiones populares en Castilla y León
La Navidad no se celebró entre los cristianos antes de finales del siglo III y cuando comenzó a festejarse se hizo para dar sentido cristiano a unas celebraciones muy extendidas entre los romanos. Los antiguos discípulos no conmemoraban el natalicio de los hermanos, sino su muerte, verdadero nacimiento en Cristo, por eso nunca se preocuparon por la fecha exacta de la venida al mundo del Salvador. La fecha de la nativitas se colocó sobre otra en la que los romanos celebraban el día del nacimiento de Mitra, Sol Invicto. No fue difícil para los cristianos aceptar esta efeméride, por los predicadores que les hicieron ver que siendo Cristo el Sol de Justicia se debía celebrar su natalicio ese día. Lo que costó más, hasta el punto de que aún no se han logrado erradicar, fue sustituir los ritos por otros cristianos.
El dies natalis del Sol Invicto se celebraba, lógicamente, el día del solsticio de invierno, fecha que coincidía con las Saturnalia, fiestas dedicadas a Saturno, primitivo dios de la naturaleza y de la agricultura. Durante éstas se exaltaba la edad antigua en la que reinaba la igualdad entre los hombres y la felicidad en la sociedad y por eso durante estas fechas abundaban las celebraciones en las que se intercambiaban los papeles, se celebraban ritos de confraternización y se entregaban regalos entre los amigos. Nos encontramos así con una amplia base en la que sobre una religión cósmica de cultos a la naturaleza matizada por el politeísmo romano y renovada según unos esquemas cristianos nacen y se desarrollan nuestras tradiciones.
Un ejemplo de las fiestas relacionadas con la luz y el fuego lo tenemos en las hogueras solsticiales que han llegado hasta nosotros en las provincias de Zamora y León. Hasta no hace muchos años en varios pueblos después de la Misa del Gallo o en la noche de san Silvestre, encendían una hoguera a la que solían asistir todos los vecinos. Era una fiesta comunal que se pagaba a escote y donde se compartían alimentos y bebidas muy cercana a otros rituales de comensalismo comunitario, pero con escaso parecido a algunas celebraciones actuales. Estas hogueras pueden ser un reflejo lejano de aquellas que se encendían en los solsticios para dar fuerza al sol, para que su poder no flaquease causando graves desastres.
La naturaleza está representada por los ramos de las iglesias, ramas de árbol de hoja perenne, símbolo del eterno retorno, de la pervivencia de la naturaleza que no muere sino permanece aletargada durante el invierno. En Castilla y León, pero sobre todo en la provincia de León era famoso el ramo navideño, una ofrenda que hacían las mozas al nacimiento. Consistía éste en una rama de árbol, o en un soporte triangular en el que se colgaban las ofrendas, velas (símbolo de la luz y del fuego), rosquillas y otras golosinas, añadiéndose alguna cesta de nueces, avellanas y almendras. Esta tradición actualizada ha dado origen al Ramo Leonés de Navidad, que cada vez se ve más en aquella provincia.
Sátira de las autoridades
El ramo navideño forma parte además de una serie de tradiciones dramáticas navideñas, entre las que son famosas las Loas de la Cordera, las Pastoradas y los Autos de los Reyes Magos. La Loa son unos textos cortos que sirven de apoyo a la ofrenda que hacen los pastores de una cordera a la Virgen o al Nacimiento. Consta de una serie de cánticos en los que se rememora el anuncio del ángel a los pastores y la adoración de estos al Niño y suelen incluir además discursos jocosos en los que se satiriza a las autoridades. En las provincias de León, Palencia, Valladolid y Zamora se conservan varios ejemplares de las denominadas Pastoradas y Autos de Reyes que se representan con gran éxito de público. Son dos textos que tienen un origen diferente entre sí, pero que en muchos manuscritos se han unido y se ponen en escena como un todo. Ambos se han compuesto en el s. XIX, pero permanecen fieles a la gran tradición medieval del Officium pastorum. La Pastorada se compone de una serie de actos en los que los pastores reciben el anuncio del ángel y después de largas y agrias disputas deciden ir a adorar al Niño ofreciéndole los más variados y curiosos regalos que llevan en las mochilas. Es un texto de gran calidad poética y musical. El Auto de los Reyes Magos tiene más variantes, porque con toda probabilidad en Castilla y León tenemos textos autóctonos y textos importados de otras tierras.
Como recuerdo lejano de las Saturnalia, quedan en la Comunidad Autónoma tradiciones como las mascaradas navideñas, bien representadas en la provincia de Zamora en fiestas como los denominados zangarrones, zamarrones, tafarrones, carachos, etc., entre los que sobresalen los de Riofrío de Aliste, Tábara, Sanzoles del Vino y Montamarta. La figura central es una máscara vestida de forma estrafalaria que recorre las calles del pueblo haciendo cuestación entre los vecinos y forasteros, y golpeando a los que no quieren colaborar. Eran máscaras entre lo cristiano y lo pagano con una función fundamentalmente religiosa relacionadas con el grupo de los mozos.
Cambio de papeles
Como ejemplo de celebraciones en los que el cambio de papeles es la base de la fiesta, están los obispillos, que se elegían en las catedrales y se trataba de un obispo de mentirijillas elegido entre los niños del coro que por unos días tomaba los atributos del obispo y ejercía como tal. Comenzó su declive a finales del siglo XVI, pero en la catedral de Palencia se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX. En Burgos se ha rescatado esta costumbre y hoy es uno de los eventos navideños más llamativos.
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