Shakira y De la Rúa se separan

El comunicado de la pareja habla de separación "temporal", considera que de la mano vivieron "los años más maravillosos" de sus vidas , asegura que seguirán siendo "socios" y empeñan su palabra en que su "amistad" y la "comprensión" son "inquebrantables" e "indestructibles" .

Antonito, como se conoce al ex novio en Argentina y la chica de Barranquilla, tiran balones fuera sobre la posibilidad de que existan terceras personas (ni pío de Piqué), observan que la crisis no es de hoy ni de ayer sino de, "agosto del 2010" y avisan: "No vamos a conceder entrevistas o hacer más declaraciones" . En otras palabras, que hacen suyo el éxito de "Ciega, sordomuda", para cualquier cotilla que pretende escarbar sobre detalles íntimos. Dicho esto, la pareja se abre un "tiempo de crecimiento individual" donde seguirán, "como socios en la vida empresarialy profesional".

La chica orquesta -igual toca la batería que la guitarra o la armónica- conoció al hombre que ha sido y seguirá siendo su representante, cuando su padre, Fernando De La Rúa, era presidente de Argentina. El glamour de la pareja latina duraría poco. Corrían malos tiempos para el país y el crack del 2001 provocaría la caída del Gobierno del, por entonces, virtual suegro de la cantante. Antonio, con fama de Rasputín, estaba más seguro fuera de Argentina que dentro y cayó en un pozo de tristeza. El apoyo de la joven, -le incluyó en videoclips y dedicó canciones de amor-, fue decisivo para que remontara la caída. Él la compensaría con su amor y su olfato de caja registradora: Convirtió a su estrella de la canción, que ya brillaba en el firmamento de la música, en una fábrica de vender discos.

Shakira, la chica que revolucionó el pop, ha vendido más de sesenta millones de álbumes. Ha ganado dos Premio Grammy y siete Grammy Latino. Según la revista Forbes se encuentra en el top de los cantantes que más dinero ganan del mundo y en YouTube sus vídeos se reproducen como los conejos. Una estimación de wikipedia asegura que se han reproducido cerca de cuatrocientos cincuenta millones de veces. Con todo eso, poco importa quién se va. Al final, lo que cuenta, es lo que queda.