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política

El PSOE lanza a sus alcaldes contra Feijóo con la excusa del temporal

Con un discurso demagógico, Vázquez anunció que la oposición se radicaliza con «más presión» desde los concellos. El BNG centró su ataque en la retórica

MIGUEL MUÑIZ

A. M. PEDROSA

El secretario general de los socialistas gallegos amenazó a sus alcaldes con un hurto cierto de horas de sueño a fin de endurecer su oposición. En este caso, el pulsador está en el temporal, y la idea es ir creando pequeños corrillos para ir picoteando. «Que expliquen lo que pasó», «no pueden seguir ausentes», «la Xunta se limita a contar el fenómeno meteorológico adverso sin poner medidas», «en su reunión semanal con los conselleiros que presente una evaluación de daños y apruebe las partidas necesarias para paliarlos». Esta fue la perorata con la que responsabilizó al PP de las consecuencias del temporal de lluvia y viento. «Núñez Feijóo tiene a Galicia a lo que decidan los fenómenos naturales», comentó ayer.

Manuel Vázquez anunció que el grupo parlamentario registrará una petición de comparecencia del presidente gallego para «forzar a que se sitúe al lado de los damnificados» por las vehementes precipitaciones de la pasada semana, «cuando estuvo ausente con motivo de sus vacaciones en Brasil». Con un guiño irónico, reprobó la decisión del político popular de «no salir nunca en la foto de los problemas; y no estar nunca en los problemas y dificultades». Notificó que esta «presión» (el término que él mismo acuñó) se extenderá a los distintos municipios en los que gobiernan «para que el gobierno autonómico abandone su pasividad», subrayó.

Recordó que todavía no está aprobado el mapa de emergencias, reprodujo un escenario de caos en el que los alcaldes se enfrentaron al problema con sus propios medios —sin que se registrasen quejas en este sentido— y contó que hay «daños muy importantes». Habló de los doce puentes derrumbados o deteriorados, de los perjuicios en infraestructuras rurales, de los desperfectos en las termas... «Y todo esto hay que sumarlo a un número muy importante de daños particulares». Por ello, insistió en la necesidad de poner en marcha un plan de ayudas, intención que la Xunta ya había verbalizado previamente.

Al asunto que más tiempo le dedicó fue a la coincidencia del temporal con las vacaciones de Feijóo. Criticó que el mandatario gallego no dejase constancia en el Diario Oficial de Galicia de «quién era el presidente durante esos diez días que estuvo en Brasil». «Supongo que se lo pagaría él», afirmó con sarcasmo; e insistió en la dificultad de explicar «que su marcha coincida con inundaciones en Galicia, con una cifra récord de desempleo, listas de espera sanitarias, impago a dependientes...». «No se sabe dónde está el presidente, ni si estamos dirigidos desde Galicia o desde Salvador de Bahía», expuso, recurriendo a la demagogia y esgrimiendo las líneas del que será su mensaje en estos días. «No es normal que Galicia esté sin presidente diez días y que haya distintas varas de medir. Si Zapatero se va de vacaciones a Cancún sin decir nada y se pasan diez días sin saber dónde está, se cae el país», matizó, aunque reconociendo su derecho «legítimo» a tomarse este descanso.

Cuando creyó que el tema del temporal no daba más de sí (la Diputación de Lugo, comandada por un socialista, se dio un plazo de dos días para la evaluación de daños), empezó con la reforma del texto estatutario de 1981. «No se llevará a cabo en esta legislatura, porque al PP no le interesa. No habrá reforma», pronosticó. «Sé que en la estrategia del PP nacional no toca hablar de estatutos. Feijóo ya condenó a Galicia cuando era jefe de la oposición a no tener un estatuto renovado y la sigue condenando ahora que es presidente». Tirando de populismo, argumentó que «dicho esto, cabe recordar que llora ante el Panteón de Galegos Ilustres mientras es capaz de decir que no quiere un nuevo estatuto porque su renovación significa nuevos derechos y, sobre todo, la base necesaria para sacar adelante este país, ya que permite negociar bilateralmente con el Estado cuestiones como la financiación autonómica», pormenorizó.

El BNG mostró una maniobra bastante parecida. El portavoz del grupo parlamentario, Carlos Aymerich, expresó como propósito de Año Nuevo su deseo de que «el ejecutivo autonómico esté a la altura de los retos estratégicos» que tendrá que afrontar Galicia, como el autogobierno, la respuesta a la reforma de las pensiones (promovida por el ejecutivo de Zapatero) y el ámbito financiero. «Estamos en una gravísima situación social, con un incremento del paro, una acelerada destrucción de empleo, un pesquero secuestrado (el «Vega 5»), y temporales (meteorológicos) que no pasaron». Por este contexto, censuró el viaje del presidente de la Xunta a Salvador de Bahía, «mientras que paralelamente, en directo o falso directo —satirizó—, realizaba un mensaje de Fin de Año en el que aseguraba sentirse muy próximo a los gallegos que estaban viviendo un desánimo por el desempleo», «en el que recordaba su situación de responsabilidad», alegó.

Después, la retórica. «¿Cree que la mayoría de los gallegos han podido tener diez días de vacaciones seguidos?», «el cargo es para servirse de él los gallegos», «la Xunta está formada por personas que no tienen a Galicia como fin, sino que están ahí para su crecimiento personal y para enriquecerse», «como los rezos al Apóstol no resultaron, debería aprovechar su estancia en la ciudad brasileña para pedir un sacrificio por la mejora de Galicia a los orixás del candomblé (religión afrobrasileña)». El conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras, Agustín Hernández, se acercó ayer a Pontecaldelas, para visitar unas obras de acondicionamiento. Se interesó, al igual que estos días, por la situación de A Lama, una de las zonas más afectadas por el temporal que sacudió Galicia.

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