Budapest inicia este mes su turno en la presidencia de la UE, apenas unos días después de la aprobación en el Parlamento húngaro de una ley inaceptable en un país miembro. Al calor de un naciponalpopulismo de rancios ecos decimonónicos, Viktor Orban, primer ministro de Hungría, lograba sacar adelante una ley que ataca directamente la libertad de información sometiendo a los medios, incluido internet, a las directrices del Gobierno. No es de recibo que con todos los medios de presión a su alcance, el resto de países de la UE consientan que esto suceda en su seno. Unos métodos que acercan a Budapest no ya a Moscú, sino a Minsk. El engendro denominado Autoridad Nacional de Medios y Comunicación será el encargado de valorar si las noticias pueden ser contrarias al interés público a juicio del Fidesz, partido en el gobierno. Además de impresentable, supone una afrenta al Estado de Derecho, requisito fundamental para pertenecer al club. Si la información independiente y no sometida a la partitocracia es ya tarea titánica en países como España, qué puede venir si permitimos esto. El país del Jobbik abre la veda.
NICOLÁS DE MIGUEL
SAN SEBASTIÁN
