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«Mis sillas entraron en la Casa Blanca antes que Zapatero»

José Figueras es empresario. Preside Figueras International Seating

INÉS BAUCELLS

VIRGINIA RÓDENAS

- Año nuevo, vida nueva. O eso dicen. ¿Nos sentamos a esperar?

-¿A qué, a que llegue el buen tiempo? No. Hay que buscar oportunidades y adaptarse al cambio, como en el antes y después de una guerra.

-Logra burlar la crisis. Ya me dirá cómo.

-Con mi filosofía de poner los huevos en muchas cestas. Desde que empecé, mi preocupación fue hacer una firma internacional y exportar. Por eso la crisis me ha cogido exportando el 70% de lo que vendo.

-El Estado no deja de ser una gran empresa. Al timón de España, ¿qué haría?

-Al menos, no decir las tonterías que dicen los que mandan y poniendo a gente competente, conocedora de la realidad de la vida, no a esos que no entienden nada, teóricos, con una falta de realismo total.

-Con los pies en la tierra, usted hizo de la carpintería de su padre una empresa de prestigio mundial.

-Mi filosofía ha sido siempre la de saber más de menos cosas y buscar un segmento donde pudiera ser importante. Para eso lucho desde hace 40 años.

-¿Y ha logrado su plan de ser el mejor del mundo?

-Yo le digo que las instalaciones más prestigiosas e importantes están hechas por mí, ¿casualidad?

-Sus sillas acomodan los traseros más ilustres.

-Y sobre ellas se toman decisiones cruciales. A veces me preocupo cuando veo que han sido malas. ¿Estarían nerviosos e incómodos?, me pregunto.

-Para prevenir: ¿la silla menos confortable?

-La que no se tiene.

-¿Cualidades de la butaca perfecta?

-Depende de para lo que tenga que servir. No es lo mismo una silla para que te den masajes que para ver una película en una sala oscura. La comodidad se entiende de muchas maneras. Lo importante es tener claro para qué quieres la silla.

-¿El asiento para un trasero poderoso?

-Confortable, que se pueda mover y que sea duro: las sillas blandas solo son cómodas al principio.

-Además sus sillas viven: avanzan, giran, desaparecen, se vuelven silenciosas o lanzan el sonido.

-Cada silla obedece a una misión determinada. Es algo muy simple pero muy difícil de hacer, y los grandes arquitectos tienen el deber de diseñar una en su vida. Por eso en Figueras hay sillas de los principales.

-Y más corrientes, al final una silla es lo más caro.

-Pero sobre ellas pasamos muchas horas.

-Algunos, las últimas: ahí tiene la silla eléctrica.

-En esa no me gustaría sentarme nunca.

-A mí tampoco. ¿Algún remedio para los culos de mal asiento?

-Castigar a quien los pone.

-¿Su mayor conquista?

-Cosas que no pensé, como equipar la sala de prensa de la Casa Blanca. Mi silla «Flame» entró cuando a Zapatero no le dejaban ni pasar.

-En los negocios, el corazón frío.

-En esto no hay colores ni pasiones. A nosotros nos encanta haber instalado sillas vips en el Bernabéu y en el Camp Nou, y en el campo del Español, y en el campo olímpico de Dinamarca, y en el de Qatar...

-¿Se la juega alguna vez?

-Hay que afinar mucho el lápiz porque cuando vendes muchas cantidades se hacen operaciones muy peligrosas: si pierdes un euro en cada silla, puedes perder 50.000, pero si ganas dos, te llevas 100.000.

-¿No será de esos que creen en la gente y su valor?

-¡Eso es lo que hace grande a una empresa: la gente y sus valores, hoy tan perdidos!

-Entre los empleados, ¿cuál es su tipo?

-Trabajador, honrado y dispuesto a amar lo que hace.

-¿Un pronóstico para 2011?

-Si trabajara sólo en España reduciría mi empresa al 20%. El país está arruinado. Pero fuera hay oportunidades: Alemania se recupera, Turquía crece y África es un mercado muy bueno, aunque le suene raro.

-Espero que esté cómodamente sentado.

-Yo no me siento mucho en mis sillas, pero en esta roja y ancha, de sala de conferencias, no se está mal.

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