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Transición sociovergente

El PSC ha aceptado ser el socio preferente de Mas, no sólo en materia lingüística, sino en la posible reforma de la Constitución

yolanda cardo

M. J. CAÑIZARES

CiU proporcionó ayer respiración asistida a un PSC en estado casi terminal al elegirle como socio preferente de un programa de gobierno basado, una vez más, en la confrontación con el resto de España.

El discurso del futuro presidente Artur Mas dejó bien clara esa apuesta pseudosecesionista, pero es que ahora, los nacionalistas cuentan con un cómplice para blindar uno de los ejes de ese ideario soberanista; el modelo lingüístico de la escuela catalana. En poco menos de 24 horas, CiU dejó clara por partida doble su intención de desobedecer cualquier sentencia judicial contraria a la consideración del catalán como lengua vehicular. «MC»Tras asegurar que no tocarán una coma de la ley de política lingüística en respuesta a una sentencia del Tribunal Supremo que reconoce el derecho de los padres a escolarizar a sus hijos en castellano, los nacionalistas firmaron con el PSC un documento en el que, negro sobre blanco, ambas formaciones se comprometen a «preservar el modelo educativo catalán definido en el Pacto Nacional de Educación y la Ley de Educación de Cataluña, y el modelo lingüístico de la escuela catalana».

Pero el tándem sociovergente se extiende a otros aspectos no menos reivindicativos, pues en ese «acuerdo para facilitar la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat de Cataluña», título del escrito, el PSC se ha asegurado su presencia en los mecanismos bilaterales de negociación Estado-Generalitat, así como en las decisiones que tome CiU en materia de reformas estatutarias y constitucionales.

Sólo un alma

Es decir, que pese a las críticas que los socialistas lanzaron a Mas tras su llamamiento a emprender una «transición catalana» basada en el derecho a decidir, el PSC se ofrece ahora para secundar ese viaje hacia la independencia emprendido por el líder de CiU. Todo ello con la única finalidad de lograr un balón de oxígeno que supondrá el enésimo enfrentamiento con el PSOE. Confirmado queda, por tanto, que de las dos almas del PSC, de momento sólo pesa una, la catalanista, la que aspira a no depender de Ferraz y a tener un grupo parlamentario propio en el Congreso.

Los socialistas catalanes, por tanto, amagan con su propio tránsito hacia una nueva formación ya que, tras el batacazo del pasado 28 de noviembre, necesitan reinventarse. Y comienza a hacerlo de la mano del actual dirigente del partido, Joaquim Nadal, artífice de ese acuerdo junto al nacionalista Felip Puig. Por su parte, la federación nacionalista, dirigida ahora por el sector más soberanista del partido, se desmarca de posibles acuerdos con un PP, desconcertado ante esta entente lingüística, para evitar cualquier reminiscencia de aquel pacto del Majestic que permitió a Jordi Pujol gobernar.

Se sabía que CiU daría prioridad al PSC en sus negociones sobre la investidura de Mas. Se desconocía que el desespero socialista llevara a esta formación a intentar recuperarse de esa caída en barrena electoral con postulados tan soberanistas. Hasta ERC se ha quedado descolocada y amenaza con votar hoy en contra de la designación de Artur Mas, tras verse superada por ese acuerdo que el PSC impuso por escrito. Condición que ni PP ni ERC sugirieron.

Si alguien lo dudaba, habrá transición nacional. Gracias a los votos del PSC.

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