Hazte premium Hazte premium

Javier se ahorca sin dejar pistas del paradero de María

El sospechoso de la desaparición de su ex novia recorrió en tres días la capital y seis municipios. Luego, se suicidó

JOSÉ ALFONSO

CARLOS HIDALGO

«Ya sé que dicen que fui la última persona que la vio, pero eso lo puedo explicar». Así, con un tono triste y preocupado, aunque firme, habló por última vez Javier Sánchez-Toledo Carmona con Silvano, su padre. Eran más de las cinco de la tarde del martes pasado y, según el rastreo de su móvil, se encontraba por la zona de Méndez Álvaro y Puente de Vallecas, en Madrid capital. Horas después, el hombre, de 35 años y sospechoso de la desaparición de su ex pareja, se colgaba en un paraje de San Lorenzo del Escorial.

Oficialmente y al cierre de esta edición, a María Piedad García Revuelta, de 30 años y vecina de Boadilla del Monte, se la busca viva. «No tenemos el cuerpo ni restos biológicos», explican fuentes del caso, que, de cualquier modo, no descartan un final trágico para esta historia. Fue el domingo, a las cinco de la madrugada, el último día en que se la vio. Desde entonces las esperanzas han ido mermando y más desde el hallazgo del cuerpo sin vida de su ex novio y padre de un niño en común de 8 meses. Todos estos hechos han puesto en el disparadero de salida los peores augurios.

Pasadas las once de la mañana del miércoles, un excursionista encontraba en el camino de la presa, en San Lorenzo del Escorial, el cuerpo de un hombre ahorcado, pendiendo de un poste de alta tensión y de una cuerda de pita. Se dio aviso al 112 y a la Guardia Civil. Sobre las cinco de la tarde, se practicaba el levantamiento del cadáver, que era llevado al tanatorio municipal, donde se le identificó por la noche: las huellas dactilares coincidían con las de Javier.

Unas 14 horas muerto

Fuentes de la investigación indicaron que el fallecido no portaba nada encima que arrojara una certeza sobre su identidad: no iba documentado ni tampoco guardaba, como se afirmó en un principio, su teléfono móvil ni el de María Piedad. Eso sí, tenía un brazo vendado, como consecuencia del corte con una radial que sufrió en su puesto de trabajo el domingo por la tarde. A falta de lo que diga la autopsia, Javier podría llevar unas 14 o 15 horas muerto.

Ayer, a partir de las ocho y media de la mañana, se activaba la búsqueda de María por una nueva zona: Bosque Sur, un paraje conocido popularmente como La Pollina, entre el polígono industrial El Palomo y la M-50, en el término municipal de Fuenlabrada. Durante más de cinco horas, 120 agentes de distintas unidades (Seprona, Seguridad Ciudadana, Canina, Actividades Subacuáticas, Subsuelo y un helicóptero) peinaron el descampado. Sin éxito. El rastro del móvil de María Piedad señalaba que había estado allí a primera hora del domingo; luego, el teléfono se apagó para siempre. Veinticuatro horas antes, se había rastreado en las inmediaciones de la Ciudad Financiera del Santander y del Ventorro del Cano, ambos enclaves ubicados dentro del término municipal de Boadilla del Monte. También un repetidor de telefonía señalaba esos puntos como lugares por los que había pasado la víctima las horas posteriores a su desaparición. Otra pista ha llevado a la Guardia Civil a Villanueva de la Cañada. También se ha seguido el rastro del teléfono del Javier, quien habría pasado entre el domingo y el martes por Boadilla, Coslada, Méndez Álvaro y Puente de Vallecas. Ahí se perdía su rastro, hasta que se encontró su cadáver.

La ruta que habría seguido sería la siguiente. El sábado por la noche, María Piedad acudió con una amiga a la cena de Navidad de sus compañeros del Mercadona de Boadilla, donde ella trabaja como cajera y reponedora y Javier lo hacía como encargado de mantenimiento. Hacía unos seis meses que habían roto, pero un niño en común les seguía uniendo. A las cinco de la madrugada, tras la cena y pasar un rato en una zona de copas del pueblo, la amiga de María le dijo que la acompañaría a su casa, en la plaza de la Cruz del mismo municipio. Entonces, Javier se ofreció a hacerlo él mismo.

María subió al Renault Modus de su ex, y ya nada más se supo de ella. A las ocho de la mañana, su amiga recibía un «sms» en el que la chica le decía que había llegado a casa. En otro, enviado a la madre, la avisaba de que desayunaría por la plaza de España de Madrid. Ese domingo, Javier avisó a su jefe de que se acercaría al trabajo a arreglar unas baldosas. Se cortó con una radial y se trasladó hasta su mutua, en Coslada. Luego, de nuevo en su coche, sufrió un accidente a la altura del kilómetro 30 de la M-45. Una grúa se llevó el Renault a un taller y pagó con tarjeta de crédito.

Su padre dice supo de él el lunes por la mañana, en Móstoles, su domicilio familiar. Luego, acudió al médico, para que le diera la baja. Y, al mediodía, la madre de María ponía la denuncia por su desaparición. Javier, entonces, puso pies en polvorosa. Se sospecha que fue hasta San Lorenzo en tren. «Lo que ocurriera debió de pasar la misma noche de la desaparición», opinan los investigadores.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación