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Un acuerdo modesto «salva» del atasco la negociación climática CLAVES DEL ACUERDO

Bolivia no respaldó el texto y anuncia que lo recurrirá en instancias internacionales

MANUEL M. CASCANTE

La reducción de emisiones aprobada es insuficiente, pero los países se comprometen a elevar su ambición de acuerdo a las pautas que marcan los científicos.

Los recortes de emisiones propuestos por los países en la cumbre de Copenhague quedan «anclados» en la ONU, por lo que ya no son voluntarios.

La mano izquierda y el compromiso de transparencia reiterado durante doce días por la presidenta de la XVI Conferencia del Cambio Climático de Naciones Unidas, la canciller mexicana Patricia Espinosa, lograron salvar una cumbre en la que se habían puesto muy pocas esperanzas. Y, de paso, sacar del hoyo la fracasada cita anterior de Copenhague, donde las negociaciones al margen de la propia conferencia impidieron llevar al marco de la ONU los limitados logros conseguidos. Así, la diplomacia sacó adelante un documento donde la ecología se solapa con la economía (sólo dos letras separan a ambas ciencias) en el que todos ganan y todos pierden, pero que ha satisfecho incluso a organizaciones no gubernamentales como Greenpeace y Oxfam.

A todos, menos a Bolivia, el único de los 194 países que no respaldó el acuerdo. Su jefe de negociadores, Pablo Solón, denunció que se rompieron las reglas al aprobarse éste «sin haber consenso. El consenso no es mayoría», por lo que con este «atropello» se sentaba «un funesto precedente» y se cometía «un atentado a Naciones Unidas». Espinosa le replicó que «consenso no significa unanimidad, y nadie puede imponer un derecho de veto». Bolivia anunción después que recurrirá la decisión adoptada ante todas las instancias internacionales.

El texto así aprobado recoge los compromisos de reducción de emisiones formuladas en la COP15 e invita a los países en desarrollo a informar voluntariamente de las acciones de reducción que desarrollen. A todos se les sugiere «elevar el nivel de ambición en la reducción de emisiones» de gases causantes del efecto invernadero para evitar que la temperatura suba más de 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Y propone a los países que han suscrito el Protocolo de Kioto «reducir sus emisiones en 2020 en un rango de entre el 25 y el 40 por ciento en relación a los niveles de 1990».

La puesta en marcha de un segundo periodo de dicho tratado vinculante, que expira en 2012, supuso uno de los mayores escollos de la conferencia, al encontrar la oposición frontal y manifiesta de Japón y la menos evidente de Rusia o Canadá. Ahora se establece que los Estados firmantes continúen sus trabajos para que sean adoptados acuerdos «lo más pronto posible y en tiempo para asegurar que no haya un intervalo entre el primer y el segundo periodo de compromisos», es decir, antes de 2013. Mientras, países como China, Brasil o Estados Unidos, que están fuera de Kioto, negociarán sus políticas nacionales de mitigación en el marco de Naciones Unidas.

Fondo Verde

Por otro lado, el grupo de trabajo para la Cooperacion de Largo Plazo establecía la creación de un Fondo Verde para financiar medidas de mitigación y adaptación en los países en desarrollo, aunque quedan por definir muchos de sus mecanismos, como qué organismo será el encargado de distribuir anualmente 100.000 millones de dólares (75.000 millones de euros). También sienta las bases del programa de compensaciones por Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD).

Estados Unidos expresó su satisfacción por ese texto, que «no es perfecto, pero sí una buena base para avanzar», según lo calificó el jefe de su misión, Todd Stern. La comisaria europea de Acción por el Clima, la danesa Connie Hedegaard, dijo que los Veintisiete buscaban un «paquete equilibrado» de decisiones que se han conseguido. También Japón manifestó su «profundo apoyo» al documento; igual que China, que se mostró «satisfecha» con el mismo, aunque contenga «puntos deficientes».

Mientras, el responsable de Cambio Climático de Greenpeace, Wendel Trio, destacó que el texto referido al Protocolo de Kioto significa un avance mucho mayor de lo que se esperaba de Cancún, ya que admite la brecha que separa los actuales compromisos de los que son necesarios para evitar el calentamiento del planeta.

Se deja para la cumbre del año que viene en Suráfrica la decisión sobre un acuerdo que sustituya al protocolo de Kioto antes de que expire a final de 2012.

Los industrializados liberarán 30.000 millones de dólares para los países en desarrollo hasta 2012, y a partir de ahí 100.000 millones anuales hasta 2020.

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