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Columnas / AD LIBITUM

Elogio de la simetría

En las relaciones internacionales, la simetría se hace imprescindible para el buen orden entre países

Día 11/12/2010
GRAN cosa la simetría. Prácticamente todos los seres vivos y con capacidad de movimiento le deben a su configuración bilateral la superioridad sobre las plantas y los minerales. Si nos fijamos en el dibujo con el que Leonardo da Vinci sintetizó los cánones precristianos del arquitecto Marco Vitruvio, veremos que ese hombre de Vitruvio-Leonardo es un himno a la simetría como esencia del movimiento y, más aún, del equilibrio. Es algo más que un concepto estético o un planteamiento geométrico. Es la clave para el correcto entendimiento entre las personas y, más allá, de los pueblos y los Estados. No sé si era Oscar Wilde o Bernard Shaw quien aseguraba que los ingleses están dispuestos a tratar a los demás de igual a igual —simétricamente— con la condición de que los demás les acepten como superiores. Con asimetría.
Así, por ejemplo, cuando Mariano Rajoy irrita a José Blanco con una cita literal de los improperios que, en su día, Alfredo Pérez Rubalcaba le dirigió al entonces ministro de Fomento, Rafael Arias Salgado, es un ejercicio de justicia simétrica, algo conveniente para dejar sentado un supuesto de igualdad, con respecto al eje constitucional, que los socialistas tienden a olvidar en su permanente desprecio y descalificación a quienes no piensan como ellos y se manejan desde otros supuestos ideológicos y pragmáticos. A tal punto han llegado en eso los voceros del PSOE y de sus franquicias regionales —con excepción de la vasca— que tienen acuñados como insultos graves palabras y conceptos tan limpios como «liberal», «conservador» y «de derechas».
En las relaciones internacionales, la simetría se hace imprescindible para el buen orden entre paises desiguales. En esto, según parece, los EE.UU. parecen haber heredado la distante altanería de Inglaterra cuando era la cabeza de un imperio y no un país del montón en el lote de la UE. Los papeles del Departamento de Estado, mal obtenidos por Wikileaks y bien difundidos por cinco grandes diarios del mundo, dan testimonio, entre un aluvión de cotilleos, de la asimetría made in USA. En España, por ejemplo, el que fue embajador Eduardo Aguirre, desaprensivo en sus modos y temerario en sus juicios, se permitió el desprecio calificativo de varios ministros del Gobierno —que no serán muy buenos, pero son nuestros ministros— y llegó a abroncar a Miguel Ángel Moratinos por su política frente a Cuba y Venezuela. Algo asimétrico que se extrema cuando un banco tan de aquí como el BBVA le premia con una canonjía y le hace consejero en su organización de allá. Sin simetría no hay orden, ni concierto, ni democracia. Igual que con la memoria.
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