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Caza al ratero en la marabunta

La Policía blinda el centro ante la avalancha de gente. Los carteristas se afanan más en las aceras que en los comercios, golpeados por la crisis

JAIME GARCÍA

CARLOS HIDALGO

«Suba usted. Es que a las licencias pares aún nos quedan unas horas para poder empezar a trabajar... Pero, ya sabe, tal y como están las cosas, hay que aprovechar». El taxi se nos ha acercado por la Red de San Luis, con la «capilla» a oscuras, haciéndonos discretamente señas con los faros.

Subimos al asiento del copiloto, para no levantar sospechas, y pactamos un precio. Estamos en Madrid, no en un país subdesarrollado, pese a las apariencias. Atrás vamos dejando una Gran Vía en la que parece que regalan algo. Pero, una mirada más profunda, nos ofrece una lectura muy distinta: «Hay más gente por la calle en estas fechas, pero menos bolsas. Ha bajado el consumo y la gente mira más el escaparate», sentencia Alberto, quien da una visión bastante cercana de lo que ocurre en este Madrid prenavideño.

En efecto, las arterias más comerciales del centro son un ir y venir de personas... que apenas llevan nada en las manos. Mucha cámara de fotos, mucha peluca de colorines, mucho disfraz de Mickey Mouse y mucho niño caprichoso, pero, a la hora de la verdad, las tiendas están casi vacías.

Gafas de sol robadas

Hasta los carteristas se afanan más en las aceras que en los comercios. Aunque, por ejemplo, en una pequeña tienda de gafas de sol de la calle de Preciados que prefiere no identificarse, ya han tenido tres hurtos en los últimos días.

«Siempre se ponen en zonas con mucha afluencia de público, aunque este año, no se está notando más que en otros», comenta un sastre de la misma vía. Un poco más abajo, cerca de sol, un farmacéutico lo tiene claro: «Delincuencia cero. Tenemos mucha Policía. Si marco el número, en un momento tengo aquí a cuatrocientos agentes», exagera, para explicarnos lo que sí es una realidad que salta a los ojos: hay coches patrulla, policías caminando y aquellos que se nota que van de paisano, esperando echarle el guante a más de un listillo, por todos lados.

La plaza del Callao, donde un centro comercial ha instalado una especie de casa de madera donde vende productos navideños, parece un fortín. En la del Carmen, con su mercadillo, están aparcados hasta una decena de vehículos de las instalaciones que la Policía Municipal tiene en la calle de la Montera. Por cierto, contamos bastantes menos prostitutas de lo habitual, alrededor de una quincena, y no será por falta de clientes, porque el trasiego es bastante grande.

Los bomberos del Ayuntamiento han montado un chiringuito para vender su calendario benéfico; El Rey del Brillo es el nombre que se dan los nuevos limpiabotas de la Gran Vía, ahora mexicanos; un borracho que pega alaridos por Montera, y gente en las terrazas de los bares, que para eso el frío ha dado una tregua, en este final de puente tan extraño.

Hasta un 50% menos

¿Y los comercios? «Pues nos mantenemos en la misma línea que el año pasado: mala. Vendemos entre un 20% y un 30% menos que los años antes de la crisis. Hay menos afluencia de público y se compra menos cantidad», nos especifica Luis Ángel Cuéllar, en una tienda de ropa para caballero, Atrezzo, que lleva cerca de medio siglo instalada en la calle de Preciados.

«Por ejemplo, tenemos una oferta muy buena si te llevas dos trajes, pero la gente sólo compra uno», dice. Pese al estrambótico caos de los controladores aéreos estresados, «este puente ha estado bastante bien». «Eso sí —añade Cuéllar—, hoy por ayer, festividad de la Inmaculada, con respecto al año pasado, hemos vendido un 50% menos. Será porque la gente que ha venido de fuera se marcha antes y está reacia a quedarse».

La Gran Vía ha mudado de piel y, donde había grandes cines o teatros, la moda este año son enormes pantallas de plasma o de neón que dan a la calle, con imágenes muy dinámicas y coloridas, para estimular la compra del sector más joven. Pero los bolsillos se resisten. La gente sale más a ver o dejarse ver que a gastar dinero. «Yo creo que quizá están esperando a que se acerquen más las fechas», nos dice otro comerciante.

Cae la tarde y con ella los ánimos. Desde la Red de San Luis hacia la calle de Alcalá la afluencia de público es menor. Hoy ya es día laborable y quizá por ello hay que recogerse antes en casa, que ha sido un puente muy largo. De nuevo, más y más policías, también en las cercanías de los grandes hoteles. Y un taxi de contrabando nos deslumbra con sus faros.

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