Caballero, el problema de «Pachi»
El alcalde de Vigo ha pasado de verso suelto del PSdeG a condicionar el discurso de su partido y el equilibrio de fuerzas interno, aprovechando la falta de liderazgo de Manuel Vázquez
Emilio Pérez Touriño no lo quería de candidato. Sabía que era un quebradero de cabeza, pero el ex ministro contaba con José Blanco como padrino, aval suficiente para ser el alcaldable por Vigo. Por apenas un concejal, Corina Porro no conservó la Alcaldía, y Abel Caballero le sucedió en el cargo gracias a un pacto de perdedores con los nacionalistas gallegos. El perfil bajo duró hasta el fracaso del PSdeG del 1-M. Y fue llegar Manuel Vázquez a la secretaría general del partido, y Caballero arrendó su particular finca en los cerros de Úbeda.
El regidor olívico se ha convertido en un problema para su jefe de filas en Galicia. Ha reavivado un discurso localista que parecía olvidado, ha llevado la contraria a la dirección del partido por motivos puramente de cálculo electoral, ha evidenciado la incapacidad de Vázquez para imponer una línea de acción y ha abierto un frente de tensión entre Vigo y La Coruña propio de tiempos remotos.
Hasta el episodio de las cajas, Caballero no pasaba de destacar más allá de sus excentricidades políticas, últimamente alcanzando grados de récord con las inauguraciones musicales o los autohomenajes en forma de monolito. No es un barón con territorio, porque el gallinero que siempre fue el PSOE vigués está en manos de Manel Gallego, y los críticos de su sobrino Gonzalo y el ex alcalde Carlos Príncipe tampoco lo pueden ver. La provincia es cosa de Modesto Pose. Y él apenas detenta una alcaldía que ha aprovechado para volver a la primera línea política gallega, tras la debacle a la que llevó a los socialistas en 1997.
Comenzó con las cajas. Su partido llegó sin discurso claro, y él aprovechó para rechazar de plano la fusión que, contradictoriamente, sí defendía su homólogo coruñés Javier Losada y la dirección provincial de Moreda. Cuando Vázquez se aclaró las ideas e intentó poner orden, era demasiado tarde y se vio arrastrado a vagar por el debate sobre el futuro de las entidades financieras a golpe de frase ocurrente, pero sin poder aunar al socialismo en una misma dirección. Ni siquiera fue capaz de desactivar la movilización de marzo contra una fusión que, al mismo tiempo, defendía en el Parlamento.
El último episodio ha sido la prórroga del convenio del Sergas con Povisa, defendido con furor por el alcalde al tiempo que el PSdeG a nivel regional acusaba a la Xunta de privatizar la sanidad. Caballero, además, dirige directamente sus críticas a Alberto Núñez Feijóo, buscando la interlocución con el mandatario autonómico —que éste desdeña—.
Según fuentes socialistas, la escalada de protagonismo de Caballero «se puede acentuar si mantiene la alcaldía en las municipales, y es un problema para Pachi porque no es capaz de controlarlo, y a ojos del militante y de otros territorios, se ve como una persona que hace y dice lo que quiere». El PSdeG ha apostado por mantener la alcaldía de Vigo a toda costa, pero secundar al regidor vigués está causando malestar en La Coruña, «donde se tiene la sensación de abandono por parte del partido» y el votante socialista tradicional «se siente un poco traicionado».
De ahí que haya voces internamente que no vean con malos ojos «una derrota en Vigo» que «le amortice definitivamente como político», ya que de lo contrario, «va a intentar hacer sombra a Pachi, no por aspirar a más, sino por puro afán de protagonismo», un hecho «que al partido no lo beneficia», señalaron otras fuentes consultadas por ABC. Solo así Vázquez se libraría de él. Aunque visto el negro panorama de las municipales, es un precio demasiado caro.
SANTIAGO
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