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Diego Fernández Magdaleno_ Pianista

«Todavía estoy balbuceando como pianista»

El Ministerio de Cultura ha concedido al intérprete de Medina de Rioseco el Premio Nacional de Música en la modalidad de Interpretación

F. HERAS

HENAR DÍAZ

Hijo de una familia de músicos, se inició en esta disciplina artística de niño. Ahora su «excelencia» como pianista y su constante labor en la promoción de la música española, en especial de la contemporánea, le han valido el Premio Nacional de Música en la modalidad de Interpretación que anualmente concede el Ministerio de Cultura. Un reconocimiento por el que este riosecano —se confiesa enamorado de su tierra— dice sentirse «muy emocionado» porque «es una alegría que te den un premio por aquello que es tu verdadera pasión en la vida».

—Madrid, Palma de Mallorca, La Coruña… serán los destinos de tus próximos conciertos. Pero… ¿Se siente también profeta en su tierra?

— Por supuesto. He sentido un cariño enorme en todas las personas a raíz de este premio. Nadie me ha llamado y me ha dado la enhorabuena de una manera fría, y me ha supuesto una emoción grandísima ver ese afecto.

—El galardón reconoce su constante labor en la promoción de la música española, especialmente la contemporánea. ¿Cuál cree que es su diagnóstico actual?

—ctualmente vivimos en España uno de los momentos más importantes en cuanto a creación de música contemporánea porque conviven generaciones de un altísimo nivel, tanto en veteranos como en los más jóvenes, y en todos los que hay entre ellos. Probablemente en España haya ahora muy pocas disciplinas, no sólo artísticas, que tengan un nivel tan alto y puedan competir en el mundo con tanta calidad como en la creación musical contemporánea.

—Pero, sin embargo, sí que está alejada del público general. ¿Por qué no se programa algo diferente?

—De alguna manera, se tiene miedo, porque al igual que en otras disciplinas artísticas siempre es lo último —en el cine, salvo en una filmoteca o un ciclo, siempre se ve una película nueva y en las librerías, aunque puedes comprar una obra clásica, los escaparates están llenos de novedades—, en la música no ocurre eso, y verdaderamente sería muy positivo que ese repertorio se abriera, porque realmente la calidad de la música así lo merece. Se debería programar con normalidad la música contemporánea y de otras épocas. De hecho, antes siempre se escuchaba la música contemporánea. A Bach se le encargaban cantatas cada quince días y una partitura de Mozart se interpretaba con la tinta todavía húmeda en el papel. La ruptura llega en el siglo XX.

—Ha estrenado obras de más de cien autores vivos. ¿Tiene algún compositor de referencia?

—Hay muchos compositores que me gustan, me interesan, y hay algunos con los que llevo trabajando mucho tiempo de forma continua y fija, aunque he tocado obras de otros muchos. No podría decir uno de ellos porque sería injusto con los otros, y además tendría que decir a muchos.

—Pese a su amplia trayectoria, es un pianista joven. ¿Siente que aún le quedan cosas por aprender?

—Creo que estoy al comienzo. Pero lo digo de verdad, estoy aún balbuceando, empezando a comprender algunas cosas, y que todo está por hacer.

—¿Por qué decidió quedarse a vivir en Medina de Rioseco en vez de escapar a una gran ciudad, donde, en principio, parece haber más posibilidades de desarrollar una carrera musical?

- A mí no es que me guste vivir en un sitio pequeño, a mí lo que me gusta es vivir en Medina de Rioseco. He nacido allí y cualquiera de sus rincones me concierne. Hay algo de mi memoria en Medina de Rioseco y vivir allí, conocer a todas sus personas, saludar a todo el mundo, para mí es imprescindible totalmente.

—¿Instalaciones como el Auditorio de León o el Centro Miguel Delibes en Valladolid han ayudado a despertar el interés por la música clásica?

—Creo que estos centros sí que han concienciado a la gente, tanto el Auditorio de Valladolid como el de León u otros. Son muy importantes y desempeñan un trabajo espléndido. Hay algo fundamental en la música. Cristóbal Halffter suele decir que la educación musical debe comenzar nueve meses antes del nacimiento del niño, y es verdad, es fundamental impulsar el ámbito educativo. Si se logra que los niños sean más sensibles y receptivos a la música, luego habrá ciudadanos con capacidad para discernir.

—¿Y existe una receta para atraer a ese público joven?

—No hay una receta. No hay una fórmula sencilla que se aplique en todos para dar los mismos resultados, pero si creo que en la educación está la clave de todo. La clave está en lo que nosotros podemos introducir en los niños para que ellos se adentren en este mundo, que luego van a tener de referencia y ya no van a abandonar nunca. Es cuando se va a despertar en ellos la necesidad de escuchar música.

—Como profesor de piano del Conservatorio de Valladolid siempre ha estado en contacto con los jóvenes. ¿Qué le aportan musicalmente?

—No dejo de aprender de mis alumnos, porque al enseñar siempre se aprende. A veces creo que aprendo yo más de ellos, que ellos de mí. Al enseñar uno tiene que ponerse en el lugar del otro, pensar en sus peculiaridades, características físicas e intelectuales, y eso es lo que le hace enfrentarse a la partitura de una manera distinta, nueva, y que además aporta mucho.

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