«Ser prófugo es muy duro»

Once años fugado en Iberoamérica, detectado por la policía en la paradisiaca Cancún (México), arrestado en Benalmádena (Málaga) en septiembre. Esa es la historia reciente de un hombre de 33 años, David Lozano, que desde ayer se enfrenta en la Audiencia Provincial a una petición de 48 años de prisión por el homicidio de un portero de la discoteca Amnesia el 10 de mayo de 1999. Todo ello en medio de una brutal lucha callejera entre clanes de delincuentes cuando la «banda de los iraníes» intentaba hacerse con el control de la seguridad de las discotecas de la capital.

Ahora eso es historia, juzgada ya y condenada para tres de los acusados (tres hermanos iraníes) de participar en el homicidio; pero para Lozano es presente. Ayer, en la primera sesión de la vista, el acusado afirmó sin pestañear que «ser prófugo de la justicia es muy duro», lo que consiguió esos once años con artimañas como, por ejemplo y siempre supuestamente, operarse nariz y pómulos para modificar su rostro y dificultar la identificación, lo que no logró. Pero Lozano también quiso dejar una cosa bien clara: «Ni golpeé ni me golpearon», para asegurar que el no participó en la reyerta que llevó a la muerte de Víctor Manuel Pozo, el portero, tras recibir dos tiros casi a quemarropa.

Aquel 10 de mayo de 1999 cinco personas se bajaron de un vehículo ante la discoteca Amnesia, en la Puerta de Toledo, en cuya puerta permanecían cuatro porteros. De repente empezó la trifulca, la banda les ataca con bates y pistolas. Fue entonces cuando los procesados Alfonso Taborda —amigo del fugado— y Lozano golpearon supuestamente a Víctor Manuel, mientras otro de los iraníes ya condenados le disparaba en brazo y torax, asegura el fiscal en su escrito.

Esta es la síntesis de los hechos, inmersos en la «batalla» que protagonizaba a finales de los 90 la «banda de los iraníes» que quería hacerse con el control de la seguridad de los principales establecimientos de ocio de la capital. Con sus «hombres» supervisando los accesos de los locales, intentaban controlar también la venta de droga en su interior, según reconocía en aquellos momentos la Policía.

Ayer, David Lozano explicó que no participó en esa reyerta y que se marchó de España tras recibir llamadas telefónicas en las que le conminaban a permanecer con «la boca cerrada». Su versión de los hechos ante el juez, ayer, fue la siguiente: «Estaban los iraníes. Se empezaron a pelear. Escuché una detonación y me escondí detrás de un coche. Vi a un hombre que se estaba arrastrando y le metí al coche para llevarlo al hospital», informa Ep. Después, con su amigo Alfonso subieron a un vehículo en el que también introdujeron a un hombre herido que dejaron en un hospital.

En el mes de julio, Lozano fue detenido en Torrejón. Tras cuatro meses en prisión quedó en libertad con fianza a la espera de juicio. No apareció en el juicio posterior. Su explicación fue que huyó por las amenazas que recibió un día antes del primer juicio y porque «era muy joven entonces, tenía 20 años, me quedó muy grande la situación y, además, mi novia estaba embarazada».

Todos los testigos que han declarado en la vista oral que se prolongará al menos hasta el 2 de diciembre, coincidieron en no conocer al procesado, menos uno, un antiguo trabajador de la discoteca que mostró sus dudas sobre si era o no Lozano la persona rubia que, junto a Alfonso, pegó a la víctima con un palo en la cabeza, informa Efe. El fiscal acusa a Lozano de ponerse de acuerdo con los condenados para vengarse de los miembros de seguridad de «Amnesia» y «causarles la muerte», y que Lozano intervino golpeando al portero fallecido.

Desde esa noche, los agentes de la Policía Nacional no habían dado por cerrada la operación «Memorare» a pesar de haber sido juzgados ya tres acusados, pues David Lozano estaba en paradero desconocido y otro procesado, también iraní, de nombre Siamak M., permanece en rebeldía.