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ABC Cultural

Onetti, desnudo inédito

Raúl Manrique Girón y Claudio Pérez Míguez presentan, en un maravilloso ensayo iconográfico, una imagen del escritor uruguayo que «se aparta bastante de la que muchas veces ha trascendido públicamente, esa leyenda que lo muestra como una persona de mal carácter, antisocial y que nunca salió de su cama»

ANTONIO ASTORGA

Se llamaba Onetti, relata Dolly, su esposa. Onetti no sonreía, usaba anteojos, dejaba adivinar que sólo podía ser simpático a mujeres fantasiosas o amigos íntimos... Cuenta Prego Gadea que para escribir su autorretrato Onetti utilizó un borrador hecho por alguien que trabajaba con él, un ... contador de apellido Vázquez. A partir de esta descripción física y psicológica, Onetti hizo su propio retrato. ¿Cómo lo veían los demás? Uno de los primeros testimonios fue de Luis Harss, Los nuestros: «En la lenta llovizna, metido en un voluminoso abrigo, doblado bajo el peso de la ciudad, avanza, opaco, un sonámbulo en la noche insomne. Como la ciudad, lleva con fatiga la carga de los años. Es alto, enjuto, con mechones blancos en el pelo gris, ojos desvelados, labios torcidos en una mueca dolorosa, alta frente profesoral, las huellas de la renuncia y del desgano en su andar de oficinista envejecido». Y más adelante: «Lleva su cruz inclinando los hombros, como si purgara una culpa innominada e imperdonable».

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