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«Cataluña no puede renunciar a seguir su camino fuera del Estado español»

El líder nacionalista catalán y previsible ganador de los comicios del 28-N cree que «algún día habrá que cambiar lo que se hizo en la Transición, pasar del café para todos al menú a la carta»

Todos los sondeos publicados hasta ahora coinciden en que, por tercera vez consecutiva, ganará las elecciones autonómicas —el pacto del tripartito le impidió gobernar—, pero es posible que necesite aliados. Artur Mas (Barcelona, 1956), pone como condición de un pacto estable el concierto económico.

—¿Cómo interpretó el llamamiento que hizo su Santidad el Papa a que España viva como una familia?

—La visita fue una gran oportunidad para proyectar Cataluña al mundo. Para mí tenía una dimensión básicamente religiosa. Sobre su apelación a que los españoles vivamos como una gran familia, quienes más aludidos deberían sentirse son los poderes del Estado español que son más disgregadores que convivenciales.

—Usted ha proclamado en varias ocasiones que el Estado de las autonomías está agotado. ¿A qué se refiere? ¿Cuál es el siguiente paso?

—Pretender que cada cosa a la que aspira Cataluña se multiple sistemáticamente por 17 anula el Estado. Y si el Estado no quiere ser anulado, debe organizarse en función de las realidades nacionales. Algún día habrá que cambiar lo que se hizo en la Transición, pasar del café para todos a un menú a la carta.

—El concierto económico responde a una idea de que hay un agravio fiscal y a que el País Vasco lo tiene. Si Cataluña lo tiene, se debería readaptar el sistema financiero español.

—Nosotros hemos arrimado el hombro siempre. Ahora es el Estado español el que debe pensar en una arquitectura territorial diferenciada.

—Cuando dice Estado español es como si no se sientiera involucrado y CiU siempre lo ha hecho.

—Sí me siento involucrado y hemos arrimado el hombro más que algunos partidos que se vanaglorian de ser muy españoles. Pero después de la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) en contra del Estatuto hemos concluido que a nosotros se nos pide, pero nunca se nos da nada. Y como llevamos ya cien años así, ha llegado el momento de plantearse si ese Estado nos quiere dentro con nuestra nacionalidad. Si el Estado quiere una Cataluña provinciana, periférica y productiva para cobrar dinero y nada más, no nos van a encontrar.

—Lograr el concierto puede exigir cambios en la Constitución.

—El pacto fiscal no exige ninguna reforma constitucional porque no hay ni un solo artículo de la Constitución que hable del concierto vasco ni del convenio navarro o que Cataluña no pueda tener un pacto fiscal. Sabemos de las enormes dificultades, no caeremos en el buenismo o la ingenuidad.

—Es previsible que ni PSOE ni PP accedan. ¿Hay plan B? ¿Un referéndum sobre la independencia?

—Si la respuesta es «no», nosotros no podemos ser socios estables en la política española. Pero no vamos a poner encima de la mesa un referéndum. Prefiero tener una tensión controlada con el Estado que no un problema de dimensiones incalculables dentro de Cataluña.

—¿Para usted es insuficiente el contenido financiero que contempla el Estatut que usted apoyó?

—El Estatut es un pacto de mínimos que ha sido cercenado por el TC.

—Pero nadie está cumpliendo esa sentencia. Hay un ambiente de insumisión judicial en Cataluña.

—Mientras una sentencia sea recurrible, no es firme. Nosotros no nos sentimos amparados por la sentencia del TC porque no tiene legitimidad.

—¿Cómo se le confiere legitimidad?

—Cambiando radicalmente su composición, designando a profesionales de primerísimo nivel que entiendan que nos tienen que proteger a todos. De lo contrario, Cataluña no puede renunciar a seguir su camino fuera del Estado español. No renunciamos a ello. Y no moriremos en el intento.

—Hay quien asegura que ustedes están detrás de la operación de Laporta para restar votos de ERC.

—Hablo poco de Laporta porque no es nuestro adversario.

—¿Sería posible un pacto?

—No me lo planteo. Yo nunca quise mezclar Barça y política. Y ahora no le veo un rival. Sí que aspiro a tener el voto de personas independentistas porque CiU es la opción más seria dentro del nacionalismo. Pero nunca plantearemos un Estado catalán propio sin una amplia mayoría.

—¿Qué opina del contrato de integración para inmigrantes del PPC? Hay un cierto paralelismo con algunas propuestas de CiU.

—Nosotros lo hemos defendido siempre. En un país no cabe todo el mundo. No puede ser que aquí venga todo el mundo sin papeles y sin contrato de trabajo. Desgraciadamente, eso es lo que ha ocurrido en diez años, con gobiernos del PP y del PSOE. No ha habido una política de inmigración con controles y con selección en origen, y ahora ya tenemos los 4 ó 5 millones de inmigrantes. Los planteamientos del PP llegan un poco tarde.

—¿Hay un problema de inmigración? ¿Prohibiría el burka?

—Cuando la inmigración se basa en la simbiosis entre etnia y religión, entonces el problema es doble. Yo soy claramente contrario al burka, porque entiendo que no tiene cabida en nuestro esquema de valores.

—¿Pactaría con el PP en el caso de que lo necesitaran en Cataluña?

—Nuestra primera opción es luchar por un gobierno fuerte y eso exige un gobierno de CiU con una amplia mayoría en el Parlamento catalán. Si esto no se cumple, iré a ver a todos los partidos por orden de votos. Y con quien pueda salvar mejor ese programa, llegaremos a un acuerdo. Si una parte sustancial es el pacto fiscal, veré quién se suma, pero al lado hay que poner el objetivo de mejorar la economía y la educación. — El TC ha admitido a trámite los recursos del PP contra les leyes de consumo y del cine. ¿Usted está de acuerdo con la imposición de multas lingüísticas?

—Yo estaré de acuerdo con anular las multas si en España se anulan también las leyes lingüísticas. Hay entre 200 y 300 disposiciones que obligan a hablar en castellano. Lo que no hay es una ley específica porque el castellano no está amenazado.

—¿El catalán está amenazado?

—En su supervivencia sí. Es la lengua débil. Para mí la vía principal no es la imposición, sino la seducción y el encanto. Pero las leyes tienen apartados sancionadores. Y la ley de política lingüística también.

—Hay quien sostiene que en Cataluña no se puede matricular un niño para que aprenda por igual catalán y castellano, excepto en la escuela privada. ¿Eso es realmente así?

—Esto es así en los primeros años de la escolarización. Es exactamente así, porque si no fuera así no podríamos hablar de un modelo educativo con inmersión lingüística. La inmersión quiere decir que al niño o a la niña en los primeros años de la escolarización se le enseña más en un idioma que en los otros, en el idioma de la inmersión, en este caso el catalán.

—El problema es la obligatoriedad, el hecho que no se plantee la excepción, es decir, la posibilidad de que unos padres matriculen a sus hijos para que estudien en castellano...

—Sí, bueno, pero entonces por la misma razón hay que hacer oferta pública de escuelas en todo resto de España para el catalán o el vasco...

—Esperanza Aguirre abrió un colegio para enseñar en catalán y hubo tres matriculados...

—Si se acoge poca gente es que hay más polémica que demanda, o que hay una polémica artificial.

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