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Los forenses cuestionan a la mujer acusada de matar a su marido

La procesada dijo que el fallecido “cayó encima del cuchillo” al intentar golpearla, pero los expertos creen que para producirse la herida debió ejercerse presión

EFE

ABC

El juicio contra María Pilar Marcos Rubio, la mujer de 64 años acusada de matar en 2009 a su marido, José Antonio Gil Silva, en Tafalla (Navarra), ha dado hoy un nuevo giro. Los forenses que practicaron la autopsia al fallecido han calificado de “improbable” la versión de la mujer, quien ayer afirmó que el cuchillo se le clavó a su esposo debido a que éste perdió el equilibrio y cayó sobre el arma cuando intentaba golpearla durante una discusión.

El caso encierra un gran dama si se tiene en cuenta que la procesada y cuatro de los cinco hermanos habían sido víctimas de malos tratos por parte de Gil Silva, según relataron los propios afectados en las dos primeras jornadas del proceso. La fiscalía pide 11 años de prisión para ella, pero la defensa exige la absolución por entender que actuó en legítima defensa. De hecho, los hijos subrayaron el carácter “adusto, violento e impredecible” de su padre, de 77 años, su actitud “vejatoria” y los malos tratos que durante años propinó tanto a su madre como a ellos, hasta que tuvieron edad “de plantarle cara”.

El testimonio de los expertos ha sido similar al facilitado también hoy por agentes de la Policía Científica. Cuando encontraron su cuerpo, el fallecido presentaba dos heridas: una próxima al hombro, “que era una erosión pulmonar”, y otra en el hemitórax izquierdo, que le causó la muerte por “una hemorragia masiva interna”. Sobre ésta han señalado que creen “improbable” la versión de la acusada, quien sostiene que su marido, al darle a ella un rodillazo y tener problemas de cadera, perdió el equilibrio y “cayó encima del cuchillo” cuando María Pilar lo sostenía de forma vertical “en la mano izquierda”.

No obstante ven más factible una segunda posibilidad: que la acusada, tras recibir el golpe, “se desequilibrara y pudiera hacer entonces un movimiento hacia su marido a la altura del torso”. “Cuando se produce una herida por arma blanca, lo más difícil es traspasar la piel. En este caso hubo presión. Después el arma entra fácil”, han agregado. Precisamente en el matiz de la presión que debió producirse para introducir el cuchillo puede estar una de las claves del caso.

Además, a petición de la defensa ha intervenido un psiquiatra, que ha confirmado que María Pilar Marcos Rubio padecía el síndrome de la mujer maltratada y que pudo actuar “por miedo”, apuntaron fuentes judiciales.

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