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La tafallesa acusada de matar a su marido niega que quisiera hacerle daño

La fiscal pide 11 años de cárcel por homicidio, pero la mujer asegura que su marido le sometió a maltratos físicos y psicológicos constantes durante los más de 40 años de matrimonio

ABC

María Pilar Marcos Rubio, la mujer de 64 años acusada de matar a su marido, José Antonio Gil Silva, el pasado año en Tafalla (Navarra), ha asegurado que no tenía “intención” de hacer daño a su esposo cuando cogió un cuchillo “de forma testimonial”. Y ha asegurado que en el forcejeo, la víctima “perdió el equilibrio y cayó encima del arma”. En la primera sesión del juicio celebrado con jurado, la fiscalía ha solicitado 11 años de cárcel por homicidio para Marcos Rubio, mientras que la defensa ha pedido la absolución por entender que actuó en legítima defensa. La acusada ha explicado que en sus más de 40 años de matrimonio fue víctima de numerosos malos tratos físicos y psicológicos.

Ante un jurado compuesto por ocho hombres y una mujer, la procesada ha reconocido que cometió un “error”, ya que “a esto no tenía que haber llegado”. No obstante, ha recordado que “toda” su vida ha estado “sometida” y que, desde que contrajeron matrimonio, había sufrido constantes malos tratos que nunca había denunciado, pues de haberlo hecho “no hubiera vivido, porque él era muy rencoroso”. Pese a señalar en declaraciones anteriores que hacía catorce años que su marido no le agredía físicamente, la mujer ha puntualizado hoy que sí recibía pequeños golpes y empujones de forma constante, aunque no lo consideraba agresiones físicas “en proporción a las palizas” que le solía dar años antes.

Según ha relatado, sobre las 21.00 horas del 2 de noviembre de 2009 comenzó una discusión en el domicilio conyugal que provocó la marcha de la única hija que convivía con ambos. Cuando se quedaron solos, el marido “se terminó de poner loco” y “empezó a cargar” contra ella “con todo tipo de insultos”, algo que “era el pan nuestro de cada día”. En un momento de la trifulca, ella comenzó a contestarle y él dio una patada a una silla, la tiró contra la pared y le dijo: “No me extraña que haya hombres de 70 años que maten a sus mujeres”.

Ella le advirtió de que no permitiría que le pusiera “la mano encima”, pero él le pegó “un puñetazo en la cabeza”, golpe que lanzó a ella contra una mesa donde había un cuchillo de 12 centímetros de filo que empuñó contra él de forma “testimonial”. “Si hubiese querido hacerle daño le podía haber dado. No quería hacerle daño, sólo quería que supiera que no iba a soportar más palizas”, subrayó la acusada.

En ese momento, el hombre le cogió la mano y la mujer “interpretó” que era para “volver el cuchillo” y clavárselo a ella. Entonces se originó un forcejeo que causó una herida en el brazo a José Antonio Gil Silva, quien lanzó contra la mujer “una enorme patada”. Pero al volver a poner la pierna en el suelo “le falló” el apoyo por una lesión previa que padecía y se sujetó “haciendo palanca hacia abajo” en el brazo de su mujer.

«Sin motivo aparente»

“Levanté la cabeza y me encontré con el cuchillo metido hasta el mango. Quedé espantada porque se cayó encima del cuchillo”, ha indicado. Al ver la herida, ocasionada en el pulmón izquierdo, ella misma intentó taponarla con trapos de cocina al tiempo que llamaba a los servicios de emergencia y a uno de sus hijos, pero ya nada se pudo hacer para salvar al fallecido.

En su exposición inicial, la fiscal ha expuesto su tesis de que los hechos eran constitutivos de un delito de homicidio, ya que en la discusión la acusada “de forma desproporcionada” cogió un cuchillo, se lo clavó y mató “sin motivo justificado o aparente” a José Antonio Gil Silva. Al respecto, ha apreciado como agravante que hubiera entre ellos un vínculo matrimonial, aunque también ha considerado la atenuante de arrepentimiento espontáneo ya que, consumados los hechos, ella misma “intentó evitar” la muerte taponando la herida y alertando a las asistencias sanitarias.

Por su parte, la defensa ha definido lo sucedido como “una tragedia familiar” y ha resaltado que la mujer sufrió “malos tratos a lo largo de toda la vida del matrimonio”. Además, ha señalado que para hablar de un delito de homicidio “hace falta un ánimo de querer matar” que no existió en este caso, pues María Pilar Marcos Rubio “jamás, jamás, jamás” quiso hacerlo.

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