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PORQUE HOY ES SÁBADO

HACER POLÍTICA

Es insólito que un destacado político socialista pueda recriminar a una compañera de fatigas popular haber utilizado políticamente la inmigración

EL Partido Popular de Cataluña parece decidido a convertir el espinoso asunto de la inmigración en uno de los ejes de su campaña para las autonómicas. Cuando menos, a juzgar por los movimientos que viene realizando últimamente. Hace cosa de un mes, a rebufo de las deportaciones indiscriminadas de gitanos rumanos en la vecina Francia, la presidenta regional Alicia Sánchez-Camacho le organizó un paseíllo a una eurodiputada de la UMP de Sarkozy por el barrio badalonés de la Salud, donde lo que no falta precisamente son gitanos. Ahora, emulando hasta cierto punto aquella iniciativa de comienzos de año de las fuerzas políticas vicenses para dejar a los inmigrantes ilegales fuera del padrón y privarles, en consecuencia, del uso y disfrute de los servicios públicos de sanidad y educación —iniciativa que fue frenada, en última instancia, por la intervención de la Abogacía del Estado—, el PP catalán ha incorporado a su programa electoral una medida que, de ponerse en práctica, obligaría a los funcionarios municipales a comunicar a la policía la identidad de cuantos inmigrantes sin papeles acudieran a las dependencias del lugar a empadronarse.

Como no podía ser de otro modo, la propuesta popular ha suscitado ya comentarios. A favor y en contra. Entre quienes la han criticado, los adjetivos más empleados para calificarla han sido «oportunista», «electoralista» y «xenófoba». Ninguno está de más. El reciente conflicto en suelo francés combinado con la persistencia de la crisis económica justifican el primer adjetivo. La proximidad de las elecciones autonómicas, el segundo. Y la hostilidad que una medida de este tipo proyecta hacia el extraño, el último. Pero también ha habido, entre los críticos, reacciones insólitas. Como la del ministro largamente cesante Celestino Corbacho, al que se supone una gran experiencia en la materia y que ha reprochado a Sánchez-Camacho que «utilice la inmigración para hacer política».

Lo insólito, sobra decirlo, es que un destacado político socialista pueda recriminar a una compañera de fatigas popular haber utilizado políticamente la inmigración. ¿Y su partido, no ha hecho acaso lo mismo en los seis últimos años? Primero con el «papeles para todos» del ministro Caldera, y luego con el giro radical que el propio Corbacho, nada más tomar posesión del Ministerio y tras la famosa «directiva de la vergüenza» europea, dio a la política de su antecesor.

Y es que así como a los suyos no les mueve sino el afán de hacer el bien, a los otros, ay, sólo les mueve el de hacer política.

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