El caótico y el pragmático
Ed, de 40 años, ha derrotado a su hermano David, de 45, en las elecciones internas al liderazgo del «Labour». El mayor es ordenado y meticuloso; el menor, visionario y volcánico
Ed Miliband prefería ver la serie de televisión «Dallas» antes que hacer de mayor y seguir el ejemplo de su hermano, quien al llegar del colegio se ponía a escuchar las conversaciones políticas que su padre, teórico y sociólogo marxista, tenía con las visitas que llegaban a casa.
David Miliband, cuatro años y medio mayor que Ed, llevó siempre la delantera, abriendo camino a su hermano: primero en la escuela pública de Londres donde estudiaron, luego en Oxford para cursar la licenciatura clásica de los políticos británicos (Filosofía, Política y Economía) y finalmente con un postgrado en EE.UU. David llegó también antes a diputado y ministro. Era de esperar, por tanto, que ese mismo orden se respetara en el asalto al liderazgo laborista. Desde hacía dos años el mayor era el candidato claro para suceder a Gordon Brown; el menor difícilmente podía soñar con ser una alternativa.
Amor fraterno
«¿Cómo puede sentirse David al ver que le han robado el liderazgo y además ha sido su hermano del alma? Realmente dolido», ha comentado alguien del equipo del perdedor. Los Miliband, uno de 45 años y el otro de 40, se juraron preservar el amor fraterno durante las primarias. «Ha sido difícil, más complicado de lo que parecía», ha reconocido al final Ed, aunque en gran medida lo han conseguido. Desde que se anunció el resultado de las primarias (Edward, 50,65%; David, 49,35%) han tenido especiales gestos de generosidad entre ellos, pero el precio personal pagado por el ex titular de Exteriores ha sido enorme. Con su marcha de la dirección laborista prácticamente destruye su carrera política; algo que no hubiera ocurrido al revés, ya que por las menores expectativas despertadas, Ed podía asumir con menos desgaste una derrota. Todo un «psicodrama», como lo ha calificado la prensa británica.
En otra situación, con un resultado tan ajustado, el perdedor habría plantado batalla. De hecho, David ganó claramente en el grupo parlamentario y, más importante todavía, entre los militantes del Partido Laborista. Ed sólo se impuso en el tercio sindical, que fue el que a la postre le dio la victoria. Los sindicatos le apoyaron no como primera elección, sino como el único que al final podía parar el triunfo de quien pasaba como el heredero de Blair. David Miliband ha preferido renunciar a intentar defender sus ideas en el partido, antes que perjudicar el liderazgo de su hermano. «David ha sido más responsable que Ed», dicen los seguidores del primero.
El mayor siempre ha sido más pragmático y ordenado; el menor, más visionario y caótico. Algunos ven esto ejemplificado en el hecho de que mientras David está casado, Ed alega no haber encontrado tiempo ni para ir al juzgado a casarse con la mujer con la que vive en pareja desde hace cuatro años, ni para ir al registro a apuntar su nombre en la partida de nacimiento del hijo de ambos, donde sigue en blanco el espacio destinado a la identidad del padre. Promete, sin embargo, remediar ambos asuntos.
Raíces judías
David es también más consciente de sus raíces judías. Los dos se declaran ateos respetuosos con el hecho religioso, y ninguno de ellos se define como judío, aunque en realidad lo son pues sus padres proceden de familias judías polacas que emigraron a Londres a raíz de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, David tiene dos hijos adoptados, llamados Isaac y Jacob, y no se ha pronunciado tan en contra de la política de Israel como lo ha hecho su hermano.
El mayor llegó a la política de la mano de Tony Blair; el menor, de la de Gordon Brown. Sin encuadrarse en el sector más izquierdista del partido, Ed está más a la izquierda que su hermano y ha enarbolado la bandera de la renovación respecto a una era, la del Nuevo Laborismo, ya concluida.
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