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Ignorantes útiles

Día 22/09/2010
La legitimación política de ETA ha corrido a cargo más bien de cómplices útiles. De nacionalistas que, conociendo perfectamente la naturaleza de los criminales, han preferido obviarla para conseguir sus objetivos políticos. A ellos se han sumado los cínicos útiles, Zapatero y su Gobierno en los últimos tiempos, buscadores de beneficios políticos que intrigaban sobre el miedo de los ciudadanos y su deseo de que la amenaza acabara como fuera.
Temerosos ahora tanto cómplices y cínicos de hacer otra exhibición de sostenimiento final de una ETA agonizante, los terroristas se han quedado con la sola colaboración de los ignorantes útiles, que es la condición de la mayoría de los mediadores internacionales. No de Brian Currin, que sabe lo bastante para ser un cínico, o de John P. Linstroth, de un fanatismo comparable a los peores cómplices. Pero sí de esas nobles figuras como Desmond Tutu, Frederik Willem de Klerk, la Fundación Mandela, Mary Robinson, John Hume o Albert Reynolds. Que no tienen la más mínima idea de lo que ocurre en España y han tenido, sin embargo, la tremenda irresponsabilidad de meterse a asistentes de ETA. Deben de pensar que los etarras son los negros del apartheid sudafricano. Los crímenes, una mentira franquista de esa dictadura que, ¿ha acabado en España? Y la extorsión que sus asesorados siguen practicando con cientos de empresarios, una voluntaria contribución de vascos de buena voluntad que quieren acabar con «el conflicto».
Es cierto que la indiferencia de los medios españoles hacia esta ilustre cuadrilla de ignorantes ha sido útil para desactivar su lamentable tarea. Pero los símbolos que representan son los suficientemente importantes como para tenerlos en cuenta. Podríamos convocarlos a unos cursos elementales en España. O, quizá, más sencillo, pedirles que se ocupen de sus asuntos, o sea, de sus propios criminales.
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