Ha sido el verano más triste y lo que va de curso tampoco parece que vaya a mejorar. Pendientes de conocer la fecha del juicio de su divorcio, el diestro Juan Antonio Ruiz Espartaco y su todavía mujer Patricia Rato siguen como estaban antes de que comenzaran las vacaciones, con una ruptura muy traumática.
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Fuentes muy directas me aseguran que la pareja lleva ya dos meses sin dirigirse la palabra y son sus respectivos abogados los que se encargan de cruzarse los mensajes o mover ficha en este proceso de divorcio. Uno de los puntos de conflicto más complicados fue el piso que tienen en Madrid y que ahora ocupa su hija Alejandra que ya ha comenzado sus clases en ICADE. Este año Patricia pasará la mitad de la semana en Madrid con ella, y la otra mitad en Sevilla con los otros dos hijos.
Refugiada en sus íntimos amigos y familiares, me cuentan que Patricia ha llorado todo lo que una mujer enamorada puede llorar. Sin embargo, hoy las lágrimas de Patricia son distintas. Hoy su dolor es ver cómo utilizan a su hija Alejandra bien para titulares que son completamente falsos (le han adjudicado tres novietes de los cuales dos son el primo de su madre y uno la pareja de su amiga) como para desvirtuar una amistad que mantiene con Francisco Rivera y que se extiende a su otra hija Isabel y el pequeño Juan. Tanto Patricia como sus hijos adoran a Fran y de ahí que este verano hayan acudido a comer algún día con el diestro o hayan participado de alguna fiesta en Ronda. En cuanto a la goyesca me aseguran que Patricia y Alejandra acudieron invitadas por Ponce, que ese día celebró sus dos mil corridas. «Fran es un caballero, es una persona con un gran corazón y lo único que ha hecho es portarse muy bien con nosotros», suele repetir Patricia a sus amistades indignada. Harta de pedir que mantengan a su hija al margen de todo, está decidida a actuar con abogados con tal de que dejen a Alejandra en paz.