«Nunca pensé que la crisis sería tan larga y tan fuerte»

Abriendo negocio en China, el presidente de Osborne desvela a ABC los planes de internacionalización de una empresa bodeguera y alimentaria cuyo toro es ya un símbolo de España

ABC

PABLO M. DÍEZ

12/09/2010
Actualizado a las 13:36h.

A finales del siglo XVIII, un joven comerciante inglés, Thomas Osborne, recaló en la localidad gaditana del Puerto de Santa María buscando fortuna en el negocio del vino. Doscientos años después, la sexta generación de los Osborne dirige una de las bodegas con más solera de España y uno de los grupos alimentarios más potentes y emblemáticos del país, proveedor de varias Casas Reales y hasta de vino para consagrar en el Vaticano. Además de comercializar marcas de lujo como los jamones Cinco Jotas y el agua Solán de Cabras, el famoso toro de Osborne se ha convertido en uno de los símbolos nacionales más reconocibles. Auténtico patriarca empresarial, el conde Tomás Osborne Gamero-Cívico (Sevilla, 1948) explica en esta entrevista con ABC cómo se enfrenta a la crisis una empresa familiar convertida en multinacional.

—¿Los ricos también se aprietan el cinturón y dejan de beber brandy y comer jamón?

—Las ventas de jamón y agua han bajado pero otros productos, como el brandy, se han mantenido. Aunque hemos aguantado porque estamos diversificados, la crisis nos ha afectado una barbaridad. A mediados de 2008, empezamos a notar una caída del consumo y vimos la dificultad para tener acceso a créditos bancarios, pero nunca pensé que la crisis sería tan larga y tan fuerte. Para sanear nuestras cuentas, hemos tenido que tomar decisiones dolorosas y prescindir de personal y viñas. Gracias a dichos esfuerzos, el balance de 2009 es positivo y este año podemos continuar con la internacionalización de todas las marcas. Los ingresos del vino han descendido y hay que adaptarse a los nuevos tiempos porque sobra vino por todas partes. Además, el sector de las bebidas alcohólicas depende de las modas, que cada vez son más fugaces.

—¿Cuáles son los mercados prioritarios en la salida al extranjero de Osborne?

—Lo más importante este año era entrar en China y Estados Unidos. En China ya estamos vendiendo jamón ibérico Cinco Jotas y en el futuro queremos introducir el agua Solán de Cabras y los vinos. Estuve hace varios años en Shanghái y he podido comprobar que los cambios son tremendos y rapidísimos, y que hay un sector de la población urbana con un alto poder adquisitivo que busca productos saludables como el jamón y el agua mineral. Para empezar a vender en EE.UU. en otoño, ya tenemos una participación de la empresa de embutidos Fermín, la única homologada para exportar a dicho país. Además, tenemos una presencia fuerte en Brasil, Rusia y Francia, que son otros mercados con grandes perspectivas. Para dar a conocer nuestras marcas, contamos con Mesones 5J como el de Harrods, en Londres, que son auténticas embajadas para el público, aunque se trata de un producto caro que no está al alcance de todo el mundo. En breve, Pau Gasol será la imagen internacional de Solán de Cabras para introducirnos en EE.UU. y Emiratos Árabes Unidos.

—Con su entrada en China, ¿teme que aumente la piratería de sus productos?

—Cuando te copian, hay que ir a los tribunales. En los últimos diez años se han decomisado medio millón de artículos falsos de Osborne por valor de tres millones de euros, sobre todo los que utilizan la imagen del toro. Y debemos seguir luchando contra este fraude porque ahora tenemos 27 empresas licenciatarias que explotan el famoso símbolo de Osborne.

—¿Cómo afectan a una empresa que vende licores como Osborne las cada vez mayores regulaciones y limitaciones al consumo de alcohol?

—El alcohol debe estar regulado porque caer en la borrachera no es sano, pero no se puede llegar a los extremos del tabaco porque la gente no va a dejar de beber.

—¿Cómo y cuándo va a salir España de la crisis?

—Esta es la crisis más fuerte que he visto, pero no la más dura que ha resistido Osborne, que ya pasó momentos dramáticos en 1860 y sobrevivió a brotes de filoxera que destrozaron las viñas y arruinaron la producción. Otros países ya están saliendo de la crisis, pero no sé cuándo acabará en España, que ha vivido por encima de sus posibilidades y va a perder la posición que habíamos alcanzado porque nuestra economía no estaba diversificada y dependía en exceso de la construcción.

—Osborne es una empresa familiar que ha crecido hasta convertirse en una gran multinacional. ¿Cómo se compaginan filosofías y estructuras tan distintas?

—Osborne es una empresa familiar y, al mismo tiempo, una multinacional. El presidente y el consejero delegado son de la familia, pero el director general es de fuera desde 1972. Cuando hay que cubrir un puesto de perfil familiar, se abre entre los 240 parientes accionistas un proceso de selección claro y transparente que dirige una consultora privada. Pero la clave es tener la mente abierta para todo: para comprar y, lo que es más importante, para vender cuando haga falta. Sólo así puede sobrevivir una empresa.

—¿Cómo se siente cuando ve que el toro de Osborne sustituye al escudo nacional en muchas banderas de España?

—Cuando vi a Iker Casillas en la final del Mundial con la bandera del toro, me emocioné y me sentí orgulloso porque soy español al 100%.

—¿Y qué piensa cuando en Cataluña se prohíben los toros y se destroza en varias ocasiones la última valla que queda, en El Bruc?

—El toro es un símbolo que no debe ser utilizado políticamente. Unos chalados lo tiraron y me sentí triste porque el toro de Osborne es el que corre libre en el campo y forma parte de nuestra cultura. Como el resto de familias españolas, contaba con mis hijos los toros de la carretera y jugábamos a quién los veía antes. Por eso, Osborne es responsable de las 90 vallas que quedan en las carreteras y, aún hoy, tenemos peticiones de ayuntamientos que quieren uno. No caben lecturas políticas porque Osborne es también una empresa catalana, ya que posee el famoso Anís del Mono, con sede en Badalona.