El hidrógeno «turco» planta cara al diésel
Si bien la tecnología sobre este gas está todavía en pañales, los expertos opinan que está claro: es el combustible del futuro
daniel iriarte
El hidrógeno será al diésel lo que el diésel fue al carbón. Con este lema se presentaba en Estambul el pasado julio la Sexta Conferencia Internacional sobre «Hydrail» (un neologismo inglés formado con la mezcla de las palabras «hydrogen» y «rail», que designa a aquellos ... ferrocarriles que funcionan con hidrógeno). Si bien la tecnología sobre este gas está todavía en pañales, para los participantes en el evento la cosa está clara: es el combustible del futuro.
Para empezar, es una energía bastante limpia. Explicado a grandes rasgos, una batería de hidrógeno genera energía al producir un proceso de electrólisis mediante una reacción química con oxígeno, y el único desecho que deja es agua. Es un sistema barato y ecológico, y aunque todavía no se han logrado los niveles de rendimiento energético de los combustibles fósiles, las expectativas en este sentido son altas.
Tanto es así que Turquía está estudiando la posibilidad de aplicar esta tecnología a su red de transporte, especialmente el ferroviario. En este país funciona desde 2004 el Centro Internacional para las Tecnologías de la Energía de Hidrógeno, creado bajo el paraguas de la Organización para el Desarrollo Industrial de Naciones Unidas (UNIDO, por sus siglas en inglés).
Según su director, Mustafá Hatipoglu, «un ferry turístico totalmente alimentado con hidrógeno se pondrá en funcionamiento en el plazo de un año», para cubrir el área del Cuerno de Oro, en Estambul. El plan es construir antes de finales de 2011 una estación de servicio de recarga de hidrógeno que permita funcionar a este ferry y a un autobús de línea, si bien este último vehículo será híbrido, puesto que también utiliza combustibles convencionales.
500 millones en valor
Para la consultora española NTDA Energía, «existe una oportunidad para establecer una industria valorada en 500 millones de euros por apenas 60 millones de euros», según apuntó el jefe ejecutivo de la firma, Herbert Wancura, en la conferencia.
«Esta es una oportunidad industrial, lo que significa empleo, tal vez dos mil o tres mil puestos de trabajo», añadió Wancura. Para esta firma, las posibilidades de Turquía son muchas: «Es una economía en transición, tiene una cultura empresarial vibrante, una buena base científica, muy buenas industrias de manufactura de acero y motor y un magnífico sistema de trenes eléctricos ya en funcionamiento», aseguró Wancura.
El negocio del hidrógeno se benefició de un cierto «boom» a principios de los 90, cuando numerosas consultoras energéticas volvieron la vista hacia este combustible. Hoy, sin embargo, el relativamente lento avance tecnológico en este campo —que aleja a las grandes inversiones que buscan rentabilidad rápida— ha hecho que el sector parezca algo parado últimamente. No obstante, el hidrógeno sigue siendo un área con mucho futuro, que numerosos países observan con interés estratégico.
La apuesta de EE.UU.
Además del ejemplo turco, desde 2002 los Estados Unidos han invertido más de mil millones de dólares en investigación en esta materia, y el propio ex presidente George W. Bush se refirió a este tema en su discurso sobre el estado de la Unión en 2003. Naciones tan punteras económica y tecnológicamente como Canadá, Japón, Corea del Sur o Austria tienen programas nacionales de desarrollo en este campo.
A pesar de ello, todavía permanecen algunas incógnitas respecto a la viabilidad de este sistema. ¿Es realmente rentable? Incluso aunque no lo fuese en términos económicos, aseguran sus defensores, lo es por su bajo impacto ecológico, en comparación, por ejemplo, con la energía nuclear, la otra gran alternativa en caso de extinción de los combustibles fósiles.
La siguiente cuestión es: ¿es seguro? La explosión, el 6 de mayo de 1937, del dirigible Hindenburg, que iba relleno de hidrógeno, puso de manifiesto los riesgos de aplicar este gas al transporte. Aunque la tecnología ha avanzado mucho desde entonces, todavía —como casi siempre— abundan los escépticos y los alarmistas.
¿Peligroso?
Y es que, según los expertos, el hidrógeno es mucho más inflamable que el petróleo, como demostró la explosión, este 27 de agosto, de la «estación de servicio verde» de Monroe, en Estados Unidos, que hirió a dos personas y obligó a cerrar el aeropuerto.
Los partidarios del hidrógeno alegan que, en todo caso, cualquier explosión de hidrógeno será siempre menos catastrófica que, por ejemplo, un accidente nuclear
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