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VUELTA A ESPAÑA

La buena memoria de Igor Antón

La subidas a Peña Cabarga, los Lagos y Cotobello miden las opciones del líder en su camino hacia el podio de Madrid

AFP

J.GÓMEZ PEÑA

Igor Antón pestañea. "Chack". Como el sonido de una cámara. Quiere grabarlo todo. "No me gusta tanto elogio, me hace sentir incómodo. Pero sé que me acordaré siempre de todo esto", dice. De sus días como líder de la Vuelta. Siempre ha querido archivar imágenes. Cuando en 2004 le llamaron del Euskaltel para probarle en el Tour del Porvenir, metió en su maleta una cámara de fotos. No paraba. Siempre pulsando el disparador.

"Flash". Imágenes y recuerdos. Por eso le duele haber perdido la bicicleta de la marca "Fuji" de la que viene su apodo. "La cambié por otra mejor y ahora me da rabia", lamenta "Fuji". Un nostálgico de 27 años. En su interminable álbum de recuerdos corre aquella primera carrera en Kortezubi. "Me acuerdo de los baches, de mis nervios". Fue en 1993. Había nacido diez años atrás, el 3 de marzo de 1983, justo dos meses antes de que Marino Lejarreta bautizara la ascensión a los Lagos de Covandonga, final de la meta de mañana. "Me han contado esa gesta. Es algo mítico". Se le hinchan los ojos. Le toca pisar la huella de Marino. "Eso sí que motiva". Parpadea. "Chack". Grabado.

Quiere coleccionar más recuerdos. El sábado en los Lagos, pasado en Cotobello y este viernes en Peña Cabarga. El tríptico cantábrico. Sin pausa. En esta ocasión, se tomó el día para disfrutar. "Son momentos muy intensos". Las fotografías de la meta de Burgos se las quedó otro coleccionista, de etapas: Cavendish. Según el tópico, no se gana hasta pisar la raya.

Nueva victoria de Cavendish

El británico lo desmintió ete viernes. Tuvo tiempo para contar hasta tres antes de entrar. Uno: miró hacia atrás. Dos: sonrió . Y tres: dio un brinco tal que cruzó la meta con la bicicleta por el aire. Sin pisar la raya. "Es mi manera de agradecerle a Scott, el fabricante de mi bici, su patrocinio". En el archivo de Cavendish hay imágenes similares tocándose las gafas (de la marca Oakley) o haciendo el gesto con la mano de que llama con un móvil (de la firma HTC). Tiene carrete de sobra. Y muchas más victorias (67) que patrocinadores.

Imponente

La de este viernes fue excesiva. Goss, su lanzador, se situó a un metro de sus ojos. Lapados. Se ciñeron a la última curva y compartieron 400 metros chispeantes. Goss es un ciclista menudo, compacto. Un disparo. Pero raso. "Es difícil seguirle porque te quita poco viento", explicó Cavendish. Más les costó a los otros. Nadie posee la tracción muscular del británico. Hushovd, Bennati, Hutarovich, Cardoso y Farrar comprobaron que Cavendish tiene la patente del sprint. Imbatible. Dicen que al llegar a Burgos se comprende lo que es una catedral. Imponente. Como Cavendish. Basta ese sprint para entender su dominio.

El británico compartió podio con Antón, el líder de la ilusión contagiosa. Seguía anotando recuerdos. "Sé que en Peña Cabarga y en los Lagos va a estar mi afición". Casi se emocionaba. "Todo ese apoyo me va a ayudar", agradecía de antemano. Desde hoy busca fotografías para su archivo. "Peña Cabarga me sorprendió cuando fui a verla. Pero es corta. Me va mejor la subida a los Lagos. y la más dura y difícil de controlar es la de Cotobello". Decorados para su cámara. Para aumentar los "insuficientes" 45 segundos que le lleva a Nibali o el minuto que le separa de Tondo. "Sé lo difícil que lo tengo para ganar la Vuelta". Aunque ya cita esa posibilidad. Ya imagina el fogonazo final en Madrid. "Si tengo fuerzas, intentaré distanciarles. Y si no, pues me quedaré con estos días. No los olvidaré nunca". Va llenando el álbum.

Tiene la cámara a punto. Pero no es el único. Nibali sabe a quién enfocar: "Vigilaré a Antón. Tengo que conservar mi situación y llegar así a la contrarreloj". Tondo, el tercero en la general, se esconde: "El líder de mi equipo sigue siendo Sastre -el abulense sufrió ayer una caída sin consecuencias-". Nadie le cree. Hasta él se traiciona y sonríe al decir: "Ahora empieza la Vuelta de verdad". Detrás viene Joaquín Rodríguez, a 1.17 de Antón. Y enseguida aparece Mosquera, el encargado de darle cuerda a cada subida. El gallego nunca pecará de euforia. "Antón es el favorito", apuesta. Algo más atrás, agazapado, espera el trío del Caisse d'Epargne, Bruseghin, Plaza y Urán, tres contrarrelojistas.

El primero, el italiano Bruseghin, es como Antón: "Nunca hago planes. Muchos hablan siempre de las etapas por venir. Yo nunca. Sé cómo soy. Y no soy para atacar en la montaña. Lo mío es resistir". Es un gladiador que siempre regresa de la arena. Mientras lo cuenta se arrima un auxiliar de otro equipo y lanza el reto: "Apuesto 200 euros por Bruseghin como vencedor de la Vuelta". Y él, el viejo italiano, se carcajea. "No le hagáis caso -dice-. Apuesta eso porque es rico". Doscientos euros dan para comprarse una buena cámara de fotos.

A unos metros, todos los focos se fijan en Antón, vestido con "La Roja" y abanicando el aire de Burgos con el ramo de flores del líder . Ya tiene otra instantánea para el álbum infinito de su memoria. Ha dejado tres páginas libres para llenarlas con escenas de Peña Cabarga, los Lagos y Cotobello. "?Estos tres días quedará clara la carrera". A Antón le gusta ponerles nombre de puerto a sus mejores recuerdos, a sus victorias: Calar Alto, Urkiola, Pal... Queda hueco en su buena memoria.

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