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Los mil muertos del puente Al-Aima

En el peor momento de la guerra civil en Irak, no fue una bomba la que mató a cientos de peregrinos chiíes en 2005, sino la estampida provocada por el miedo a una que no estalló

Los mil muertos del puente Al-Aima REUTERS

ISRAEL VIANA

Fue la jornada más negra de la guerra de Irak: más de 1.000 muertos y 650 heridos en apenas unas horas. Pero todos aquellos peregrinos chiíes que perdieron la vida en el puente Al-Aima el 31 de agosto de 2005, entre los que había gran cantidad de niños y ancianos, no lo hicieron a causa de las bombas, sino de la avalancha provocada por el rumor de que un terrorista suicida iba a inmolarse .

El ambiente era propicio para que el pánico cundiera rápido, pues ese mismo día un ataque con granadas de mortero reivindicado por Al Qaida, con la intención de provocar una matanza de chiíes, había acabado con la vida de siete personas.

La verdadera matanza llegó poco después, cuando el rumor del terrorista suicida corrió como la pólvora entre los más de 100.000 peregrinos que en ese momento cruzaban el puente Al-Aima sobre el río Tigris, que conduce a la mezquita del imán Musa al Kadim, uno de los lugares santos más reverenciados por los chiíes de Irak. La ola de pánico provocó una estampida mortal en la que varios cientos de personas quedaron atrapadas entre la multitud, muriendo aplastadas, pisoteadas, asfixiadas o ahogadas tras caer al río.

Vi que mujeres, niños y ancianos caían al río detrás de mí. Muchos no sabían nadar

Los testimonios publicados por ABC daban buena cuenta de la tragedia: «Alguien gritó que había suicidas con cinturones de explosivos en medio de la muchedumbre y todo el mundo comenzó a correr hacia todos los lados»; «la gente corría y se aplastaba en mitad del pánico. Algunos cayeron al río, otros se tiraban ellos mismos»; «sentía que no podía respirar, que me estaba ahogando, y la gente gritaba fuera de control. Así que me tiré al agua, nadé y alcancé la orilla. Vi que mujeres, niños y ancianos caían al río detrás de mí. Muchos no sabían nadar».

Mientras miles de peregrinos continuaban su marcha hacia la mezquita, cientos de mujeres chiíes lloraban sobre los cadáveres tendidos en el suelo y los hospitales de Bagdad se vieron desbordados por la magnitud del suceso.

Tensión entre chiíes y suníes

La tragedia se produjo el mismo día que escogió Estados Unidos para poner fin a la presencia de sus tropas de combate en Irak y, supuestamente, a la guerra. Pero aquel era un momento de gran tensión entre las comunidades suní y chií, después de que los primeros rechazasen el proyecto de constitución sometido en referéndum en octubre de ese año .

En las semanas anteriores se produjeron asesinatos en masa de suníes

Era, además, uno de los peores momentos de la guerra civil que vivía el país tras el nacimiento de la insurgencia en 2004. Durante las semanas anteriores se habían producido también asesinatos en masa de suníes, como los 37 que aparecieron maniatados y con un tiro en la cabeza junto a un río al sur de la capital.

Al día siguiente, centenares de bagdadíes merodeaban el lugar de la tragedia en busca de pistas y documentos que les ayudasen a identificar a las víctimas, mientras las excavadoras trataban de quitar del escenario de la tragedia las inmensas cantidades de zapatillas, chanclas, ropas y efectos personales que quedaron abandonados sobre el lugar.

Al Qaida, responsables

Muchas líderes políticos mundiales responsabilizaron a Al Qaida de lo ocurrido . El presidente iraquí, el kurdo Yalal Talabani, fue uno de ellos, asegurando que de no haberse producido los ataques como granadas de mortero contra la mezquita de Kadimiya, no se habría iniciado la estampida.

Muchas líderes políticos mundiales responsabilizaron a Al Qaida de lo ocurrido

Incluso el ministro de Exteriores británico, y entonces presidente de la UE, Jack Straw , culpabilizó a la red terrorista de Bin Laden . Y en el mismo sentido apuntó el secretario general de la OTAN, el holandés De Hoop Scheffer .

Mientras, el portavoz de la influyente Asociación de Ulemas Musulmanes (AUM) , el máximo organismo religioso de los árabes suníes en Irak, describió lo sucedido como «otra catástrofe, una más de la interminable lista de continuas tragedias iraquíes».

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