De la favela al cine

Hasta el 5 de septiembre competirán 74 largometrajes de ocho países americanos y europeos. La gran protagonista es « 5X favela: Ahora por nosotros mismos », una versión moderna de la clásica «5X Favela» realizada en 1961, que presenta, en cinco cortometrajes de 20 minutos, las muchas realidades de las barriadas cariocas. La reciente producción, que se estrenó mundialmente este año en el Festival de Cannes, fue enteramente creada, escrita y filmada por sus habitantes y, en algunos casos, ex traficantes de las favelas , al igual que las otras películas en competición.

Sin embargo, sus creadores rehuyen la asociación automática a sus orígenes humildes. «Somos cineastas y punto. No se necesita ponerle la etiqueta de "favela"», defendió Rodrigo Felha, director de uno de los episodios del filme en un debate sobre la producción. Las favelas brasileñas saltaron a la gran pantalla con películas como «Ciudad de Dios» (2002), de Fernando Meirelles, o «Tropa de elite» (2007), de José Padilha -que estrenará este año su segunda parte-.

Las películas en competición retratan las diversas facetas de los barrios marginales y reflejan una realidad palpable con un lenguaje creíble. «Hablan de superación y desafío, y no solo de los tiros, las drogas y la violencia», comentó Felha. «El objetivo es que quienes las vean se sientan representados, porque muchos criticaron que no se sentían identificados en las películas sobre las favelas», explicó Manaíra Carneiro, la benjamina de los siete codirectores de «5X Favela», de 22 años.

Carlos «Cacá» Diegues, uno de los directores de la primera versión de «5X Favela» y creador de películas icónicas como «Bye Bye Brasil» (1979) o «Dios es Brasileño» (2003), es quien ha tenido la idea de realizar la nueva versión. El respetado cineasta es uno de los fundadores del «Cinema Novo», movimiento cinematográfico de los años 60 que retrataba la realidad social brasileña, a pesar de la dictadura que oprimió durante 21 años al país. «Hace años, las favelas existían, estaban ahí, las veíamos, pero no nos referíamos a ellas, como si fueran una vergüenza social, una mancha», comentó.

En el «making of» de la película, los más de cien jóvenes contratados en la periferia carioca para la producción del largometraje, muchos sin experiencia , explican que el cine es una herramienta para comunicarse hacia el exterior. «No es solo una película, estamos exhibiendo nuestro corazón. Me gusta estar haciendo algo importante», explica un joven que busca meter un pie en el mundo del cine y dice disfrutar de la oportunidad de trabajar con profesionales y con material de calidad. «Aprendí a lidiar con las personas, aprendí la solidaridad profesional», agrega una de las asistentes de dirección del largometraje.